Eón Hádico

El eón Hádico marca el comienzo de la historia de nuestro planeta.

Su nombre hace referencia al Hades, el Dios griego del inframundo, y no es casual: la Tierra era un lugar inhóspito, con una superficie incandescente y azotada por impactos continuos.

Cuando hablamos del origen de la Tierra, es fácil imaginar una bola incandescente en el espacio, girando entre restos de rocas y polvo cósmico. Pero la realidad fue incluso más impactante. Te damos la bienvenida al Eón Hádico, una etapa primitiva y violenta de la historia de nuestro planeta que sentó las bases para la vida tal y como la conocemos.

¿Cuándo ocurrió?

El Eón Hádico abarca desde la formación de la Tierra, hace unos 4.600 millones de años, hasta aproximadamente los 4.000 millones de años. No existen rocas terrestres completas de este periodo, pero gracias al estudio de minerales antiguos y meteoritos, la ciencia ha reconstruido algunos de sus episodios clave.


La Tierra se forma: el nacimiento de un planeta

La Tierra surgió por un proceso llamado acreción, en el que pequeñas rocas y polvo del disco protoplanetario que rodeaba al Sol comenzaron a unirse, formando cuerpos cada vez mayores. Estos planetesimales colisionaban entre sí, liberando calor y energía, hasta dar lugar a un planeta embrionario. Se cree que este proceso concluyó hace unos 4.550 millones de años, según estudios realizados con técnicas de datación radiométrica, como la del uranio-plomo.

Las pistas sobre esta formación provienen de los meteoritos más antiguos conocidos, que contienen cóndrulos: pequeñas esferas minerales que se formaron al inicio del Sistema Solar. Algunas de ellas han sido datadas en 5.568 millones de años, lo que nos da una referencia sobre la antigüedad de los materiales que dieron origen a la Tierra.


El gran impacto: el nacimiento de la Luna

Poco después de su formación, la joven Tierra vivió uno de los eventos más dramáticos de su historia: una colisión frontal con un embrión planetario del tamaño de Marte, al que llamamos Theia. Este gigantesco impacto, ocurrido hace unos 4.460 millones de años, fue tan violento que expulsó enormes cantidades de material al espacio.

De esos escombros surgió nuestra Luna, que se formó poco después del choque. Además, esta colisión inclinó el eje de rotación de la Tierra, lo que hace posible algo tan cotidiano —y vital para los ecosistemas— como las estaciones del año.

Curiosamente, algunas pistas sobre este evento las encontramos en las rocas lunares traídas por las misiones del programa Apolo. En ellas, los científicos han hallado circón, un mineral muy resistente, que permite reconstruir la cronología de estos antiguos acontecimientos gracias al estudio de sus isótopos.


Primeros océanos: el agua llega a la Tierra

A pesar de las condiciones infernales del Hádico, también ocurrieron procesos más serenos y prometedores. Uno de los hitos más importantes fue la aparición del agua líquida en la superficie terrestre.

Un circón hallado en unas rocas de Australia indica la presencia de un océano hace al menos 4.300 millones de años. Esto sugiere que, en medio del caos, la Tierra ya comenzaba a tener zonas estables con temperaturas por debajo del punto crítico del agua, permitiendo su acumulación en forma líquida.

Pero ¿de dónde vino esa agua? Todo apunta a que fue traída por asteroides ricos en compuestos volátiles, especialmente desde la llamada línea de nieve en el Sistema Solar exterior. Los meteoritos conocidos como condritas carbonáceas contienen agua con una firma isotópica idéntica a la de nuestros océanos, lo que refuerza esta teoría.


Un infierno de impactos: el Gran Bombardeo

Por si fuera poco, entre los 4.000 y 3.900 millones de años, la Tierra (y el resto del Sistema Solar) atravesó un periodo de intensos impactos conocido como el Gran Bombardeo Tardío. Se piensa que fue provocado por la migración de los grandes planetas gaseosos, como Júpiter y Saturno, que desestabilizaron el cinturón de asteroides.

Durante este periodo, la superficie terrestre fue golpeada por cuerpos de hasta cientos de kilómetros de diámetro. Algunos impactos debieron evaporar parte de los océanos, generando un entorno extremadamente hostil. Sin embargo, otros pudieron aportar agua adicional y moléculas orgánicas esenciales para el surgimiento de la vida.

Este bombardeo también dejó su huella en la Luna. En muchas de las rocas recogidas por las misiones Apolo se han hallado vidrios de impacto que datan de esta época, lo que nos permite inferir que algo similar ocurrió en la Tierra.


Un final que es un comienzo

Aunque el Eón Hádico se caracteriza por su violencia extrema —impactos, calor, volcanismo—, también fue una etapa de enormes avances: se formaron la Tierra y la Luna, llegaron los primeros océanos y posiblemente los ingredientes fundamentales para la vida.

Poco después, la Tierra comenzaría a estabilizarse, y con ello, se abriría paso el Eón Arcaico, donde surgirán los primeros indicios de vida.

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