Con la llegada del Eón Fanerozoico, que significa literalmente “vida evidente”, el mundo se llena de criaturas complejas, ecosistemas diversos y paisajes en constante transformación. Este eón, que comenzó hace unos 541 millones de años y continúa hasta hoy, es el escenario de algunas de las historias más épicas del planeta: explosiones de vida, extinciones masivas, invasiones de tierra firme y hasta el reinado de los dinosaurios… y de los mamíferos.
Explosión Cámbrica: la vida se diversifica
El Fanerozoico comienza con un estallido evolutivo sin precedentes: la Explosión Cámbrica, hace unos 541 millones de años. En un corto intervalo geológico, aparecen de golpe en el registro fósil la mayoría de los grandes grupos de animales que hoy conocemos (los filos), como artrópodos, moluscos o cordados.
Este fenómeno fue posible gracias al aumento del oxígeno atmosférico hasta el 15%, lo que permitió a los organismos desarrollar estructuras corporales más complejas, incluidos exoesqueletos, esqueletos internos y sistemas nerviosos más eficientes.
Uno de los yacimientos más famosos de este periodo es el Esquisto de Burgess, en Canadá, donde se han encontrado fósiles excepcionales de organismos como el ágil depredador Anomalocaris, que dominaba los mares del Cámbrico.
Conquista de la tierra: plantas gigantes e insectos descomunales
A medida que avanza el tiempo, la vida abandona los océanos y empieza a conquistar la superficie terrestre. Durante el periodo Carbonífero, hace unos 359 millones de años, enormes bosques de helechos arborescentes como Lepidodendron cubren los continentes, creando ambientes pantanosos ricos en materia vegetal.
La descomposición incompleta de esta vegetación, favorecida por condiciones anóxicas (poco oxígeno) en el suelo, dio lugar a la formación de grandes yacimientos de carbón, muchos de los cuales aún se explotan hoy.
Este entorno con abundante materia vegetal también provocó un aumento del oxígeno atmosférico hasta el 35%, el valor más alto conocido en la historia de la Tierra. Como resultado, surgieron insectos gigantes, como Meganeura, una libélula de más de 70 cm de envergadura.
El huevo amniota: la llave para conquistar el interior del continente
Un gran salto evolutivo se produjo hace unos 312 millones de años con la aparición del huevo amniota. Esta innovación permitió a ciertos vertebrados reproducirse lejos del agua, ya que el huevo contenía membranas internas y una cáscara que protegía al embrión, manteniéndolo en un “océano privado”.
Este avance marcó la divergencia entre los anfibios y los amniotas (reptiles, aves y mamíferos) y facilitó la colonización de nuevos ecosistemas terrestres. Gracias al huevo amniota, los vertebrados pudieron extenderse a ambientes áridos e inaccesibles hasta entonces.
Dinosaurios entre extinciones
El Fanerozoico también es la era de las grandes extinciones, eventos catastróficos que provocaron la desaparición de gran parte de las especies y dieron paso a nuevos grupos dominantes.
La mayor de todas ocurrió hace unos 252 millones de años, al final del Paleozoico, durante el Pérmico. Fue una combinación de vulcanismo extremo, aridez y gases de efecto invernadero, que causó la extinción de más del 80% de las especies marinas y el 70% de las terrestres.
Tras este evento, los dinosaurios surgieron y dominaron el planeta durante más de 150 millones de años. Se diversificaron en todo tipo de formas y tamaños, desde depredadores gigantes como el Tyrannosaurus rex hasta aves primitivas como el Archaeopteryx, que nos recuerda que las aves son en realidad dinosaurios modernos.
El reinado de los dinosaurios terminó bruscamente hace unos 66 millones de años, cuando un meteorito de unos 9 km de diámetro impactó en lo que hoy es México. Esta colisión provocó una nueva extinción masiva, que dio paso a los mamíferos.
Baile de continentes: el escenario también cambia
Mientras todo esto ocurría, la tectónica de placas movía lentamente los continentes, en un baile geológico constante que abría y cerraba océanos, levantaba montañas y cambiaba climas.
Este «baile de los continentes» no solo modificó el paisaje, sino que tuvo un profundo efecto en la evolución de la vida. Al unir o separar masas continentales, se mezclaban o aislaban especies, promoviendo así la diversidad biológica que vemos en la actualidad.
Y lo más sorprendente: este baile aún continúa hoy.
La era de los mamíferos
Con los dinosaurios (no avianos) fuera de escena, los mamíferos ocuparon rápidamente los nichos vacíos. En el Cenozoico, estos animales se diversificaron y expandieron a todos los ecosistemas: acuáticos (cetáceos, sirénidos), terrestres (roedores, carnívoros, rumiantes) e incluso aéreos (murciélagos, petauros).
Entre ellos surgieron también los primates, de los que descendemos. Desde entonces, los mamíferos han sido el grupo dominante, dando forma a los ecosistemas actuales.
Y aunque su historia parece reciente, algunos —como los mamuts— aún caminaban por el planeta hace apenas 4.000 años.
La vida hoy… y mañana
El Eón Fanerozoico sigue en marcha. Es la era de los peces, los dinosaurios, los bosques, los humanos. Una era marcada por la diversidad, la transformación y la resiliencia. Y aunque conocemos su historia mejor que la de otros eones, sigue guardando misterios por descubrir y lecciones por aprender.
¿Te imaginabas que un huevo fue clave para conquistar la tierra firme? ¿O que la posición de los continentes influye en la evolución de las especies? La historia del Fanerozoico es tan fascinante como extensa, y todavía no ha terminado. ¡Sigue con nosotros para seguir explorando este viaje por el tiempo!
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