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Caminando entre Eónes, ampliación de la información del Geolodía de Ávila de 2025 alrededor de la Muralla de Ávila.

Eón Fanerozoico

Con la llegada del Eón Fanerozoico, que significa literalmente “vida evidente”, el mundo se llena de criaturas complejas, ecosistemas diversos y paisajes en constante transformación. Este eón, que comenzó hace unos 541 millones de años y continúa hasta hoy, es el escenario de algunas de las historias más épicas del planeta: explosiones de vida, extinciones masivas, invasiones de tierra firme y hasta el reinado de los dinosaurios… y de los mamíferos.


Explosión Cámbrica: la vida se diversifica

El Fanerozoico comienza con un estallido evolutivo sin precedentes: la Explosión Cámbrica, hace unos 541 millones de años. En un corto intervalo geológico, aparecen de golpe en el registro fósil la mayoría de los grandes grupos de animales que hoy conocemos (los filos), como artrópodos, moluscos o cordados.

Este fenómeno fue posible gracias al aumento del oxígeno atmosférico hasta el 15%, lo que permitió a los organismos desarrollar estructuras corporales más complejas, incluidos exoesqueletos, esqueletos internos y sistemas nerviosos más eficientes.

Uno de los yacimientos más famosos de este periodo es el Esquisto de Burgess, en Canadá, donde se han encontrado fósiles excepcionales de organismos como el ágil depredador Anomalocaris, que dominaba los mares del Cámbrico.


Conquista de la tierra: plantas gigantes e insectos descomunales

A medida que avanza el tiempo, la vida abandona los océanos y empieza a conquistar la superficie terrestre. Durante el periodo Carbonífero, hace unos 359 millones de años, enormes bosques de helechos arborescentes como Lepidodendron cubren los continentes, creando ambientes pantanosos ricos en materia vegetal.

La descomposición incompleta de esta vegetación, favorecida por condiciones anóxicas (poco oxígeno) en el suelo, dio lugar a la formación de grandes yacimientos de carbón, muchos de los cuales aún se explotan hoy.

Este entorno con abundante materia vegetal también provocó un aumento del oxígeno atmosférico hasta el 35%, el valor más alto conocido en la historia de la Tierra. Como resultado, surgieron insectos gigantes, como Meganeura, una libélula de más de 70 cm de envergadura.


El huevo amniota: la llave para conquistar el interior del continente

Un gran salto evolutivo se produjo hace unos 312 millones de años con la aparición del huevo amniota. Esta innovación permitió a ciertos vertebrados reproducirse lejos del agua, ya que el huevo contenía membranas internas y una cáscara que protegía al embrión, manteniéndolo en un “océano privado”.

Este avance marcó la divergencia entre los anfibios y los amniotas (reptiles, aves y mamíferos) y facilitó la colonización de nuevos ecosistemas terrestres. Gracias al huevo amniota, los vertebrados pudieron extenderse a ambientes áridos e inaccesibles hasta entonces.


Dinosaurios entre extinciones

El Fanerozoico también es la era de las grandes extinciones, eventos catastróficos que provocaron la desaparición de gran parte de las especies y dieron paso a nuevos grupos dominantes.

La mayor de todas ocurrió hace unos 252 millones de años, al final del Paleozoico, durante el Pérmico. Fue una combinación de vulcanismo extremo, aridez y gases de efecto invernadero, que causó la extinción de más del 80% de las especies marinas y el 70% de las terrestres.

Tras este evento, los dinosaurios surgieron y dominaron el planeta durante más de 150 millones de años. Se diversificaron en todo tipo de formas y tamaños, desde depredadores gigantes como el Tyrannosaurus rex hasta aves primitivas como el Archaeopteryx, que nos recuerda que las aves son en realidad dinosaurios modernos.

El reinado de los dinosaurios terminó bruscamente hace unos 66 millones de años, cuando un meteorito de unos 9 km de diámetro impactó en lo que hoy es México. Esta colisión provocó una nueva extinción masiva, que dio paso a los mamíferos.


Baile de continentes: el escenario también cambia

Mientras todo esto ocurría, la tectónica de placas movía lentamente los continentes, en un baile geológico constante que abría y cerraba océanos, levantaba montañas y cambiaba climas.

Este «baile de los continentes» no solo modificó el paisaje, sino que tuvo un profundo efecto en la evolución de la vida. Al unir o separar masas continentales, se mezclaban o aislaban especies, promoviendo así la diversidad biológica que vemos en la actualidad.

Y lo más sorprendente: este baile aún continúa hoy.


La era de los mamíferos

Con los dinosaurios (no avianos) fuera de escena, los mamíferos ocuparon rápidamente los nichos vacíos. En el Cenozoico, estos animales se diversificaron y expandieron a todos los ecosistemas: acuáticos (cetáceos, sirénidos), terrestres (roedores, carnívoros, rumiantes) e incluso aéreos (murciélagos, petauros).

Entre ellos surgieron también los primates, de los que descendemos. Desde entonces, los mamíferos han sido el grupo dominante, dando forma a los ecosistemas actuales.

Y aunque su historia parece reciente, algunos —como los mamuts— aún caminaban por el planeta hace apenas 4.000 años.


La vida hoy… y mañana

El Eón Fanerozoico sigue en marcha. Es la era de los peces, los dinosaurios, los bosques, los humanos. Una era marcada por la diversidad, la transformación y la resiliencia. Y aunque conocemos su historia mejor que la de otros eones, sigue guardando misterios por descubrir y lecciones por aprender.


¿Te imaginabas que un huevo fue clave para conquistar la tierra firme? ¿O que la posición de los continentes influye en la evolución de las especies? La historia del Fanerozoico es tan fascinante como extensa, y todavía no ha terminado. ¡Sigue con nosotros para seguir explorando este viaje por el tiempo!

Eón Proterozoico

Esta etapa marca una auténtica revolución en la historia de nuestro planeta: se enriqueció la atmósfera con oxígeno, surgieron las primeras células complejas y, al final del eón, aparecieron los primeros organismos pluricelulares. También fue una época de extremos climáticos, con glaciaciones que envolvieron al mundo en hielo.


¿Cuándo ocurrió?

El Eón Proterozoico se extiende desde hace unos 2.500 millones de años hasta los 541 millones de años, justo antes del comienzo del Eón Fanerozoico, cuando la vida explotará en diversidad. Durante este largo periodo, la Tierra pasó de ser un planeta dominado por bacterias a un mundo donde ya existían seres vivos con estructuras celulares complejas y pluricelulares.


La Gran Oxigenación: respirar por primera vez

Uno de los eventos más significativos de este eón ocurrió hace unos 2.400 millones de años: la Gran Oxigenación. Hasta entonces, la atmósfera terrestre prácticamente no contenía oxígeno libre. Pero las cianobacterias, que ya llevaban millones de años realizando la fotosíntesis, comenzaron a liberar tanto oxígeno que éste no pudo seguir reaccionando con minerales del entorno y empezó a acumularse en la atmósfera.

Aunque los niveles de oxígeno atmosférico solo alcanzaron aproximadamente el 1% (hoy en día están cerca del 21%), este cambio fue suficiente para transformar radicalmente la química del planeta. Permitió el desarrollo de la respiración aerobia, una forma de obtener energía mucho más eficiente que la fermentación, y alteró también los océanos y la corteza terrestre.

Uno de los registros geológicos más evidentes de este evento son las formaciones de capas rojas (Red Beds), ricas en hematites (óxido de hierro). Estas rocas se forman únicamente en presencia de oxígeno libre, y su aparición en masa nos indica que el planeta había cambiado para siempre.


Las primeras células complejas: el nacimiento de las eucariotas

Tras la Gran Oxigenación, algunos microorganismos aprovecharon ese nuevo entorno para dar un salto evolutivo crucial. Hace unos 2.100 millones de años, surgieron las primeras células eucariotas, aquellas que tienen un núcleo definido y orgánulos especializados (como mitocondrias y cloroplastos). Este cambio marcó el inicio de la complejidad biológica.

Según la teoría de la endosimbiosis, propuesta por Lynn Margulis, estas células habrían surgido cuando una célula procariota más grande «engulló» a otras más pequeñas sin digerirlas. Con el tiempo, estas células internas se volvieron simbiontes permanentes, evolucionando hasta formar parte de la célula anfitriona.

El proceso fue probablemente favorecido por la cooperación entre microorganismos mediante nutrición sintrófica, es decir, el intercambio de compuestos metabólicos beneficiosos entre ellos.

El fósil más antiguo atribuido a un organismo eucariota se llama Shuiyousphaeridium y tiene una antigüedad de 1.800 millones de años.


Tierra Bola de Nieve: el planeta congelado

Aunque el oxígeno trajo grandes avances, también condujo a momentos extremos. Uno de ellos fue la glaciación global del Criogénico, entre los 720 y 635 millones de años atrás. Durante este tiempo, la Tierra vivió uno de los periodos más fríos de toda su historia: el planeta quedó completamente cubierto de hielo, incluso hasta el ecuador.

Esta hipotética pero ampliamente aceptada situación ha sido bautizada como «Tierra Bola de Nieve». Las corrientes oceánicas se detuvieron, el clima se volvió hostil y la vida, una vez más, tuvo que adaptarse a condiciones extremas.

La prueba más clara de esta mega-glaciación son las diamictitas, rocas formadas por la acumulación de grandes bloques transportados por icebergs, que se depositaron en los fondos marinos al derretirse.

¿Cómo se salió de esta situación? Gracias, probablemente, a la actividad volcánica, que liberó enormes cantidades de dióxido de carbono, generando un efecto invernadero que ayudó a descongelar el planeta.


Biota de Ediacara: el ensayo de los animales

Al final del Proterozoico, hace unos 558 millones de años, encontramos los primeros indicios de vida pluricelular organizada: la enigmática Biota de Ediacara. Estos organismos marinos vivían en aguas poco profundas y no tenían partes duras, por lo que no dejaron fósiles esqueléticos, sino impresiones en los sedimentos.

Eran seres blandos, con formas variadas: unos parecían colchonetas (Dickinsonia), otros hojas (Charnia). Aunque aún se debate si realmente eran animales como los que conocemos hoy, marcan sin duda un hito en la evolución de la vida compleja.

Su descubrimiento, en las colinas de Ediacara, Australia, abrió un intenso debate científico: ¿qué hace que un ser vivo sea considerado “animal”? ¿Tener boca? ¿Moverse? ¿Tener simetría?


El mundo se prepara para la explosión

El Eón Proterozoico fue una etapa de grandes transformaciones: la atmósfera se oxigenó, las células evolucionaron, hubo glaciaciones globales y surgieron los primeros seres pluricelulares. Todo ello sentó las bases para la explosión de vida que vendrá después, ya en el Fanerozoico, cuando los mares se llenarán de criaturas con esqueletos, ojos, extremidades y una biodiversidad nunca vista.


¿Te imaginas un planeta cubierto de hielo hasta los trópicos? ¿O microorganismos que inventan el oxígeno sin saberlo? El Proterozoico nos demuestra que, a veces, los mayores cambios ocurren de forma lenta y silenciosa. ¡Sigue leyendo nuestro blog para conocer el siguiente capítulo de la historia de la Tierra!