Texto y fotos – Gabriel Castilla Cañamero.

“Bastó el descubrimiento inicial de un amonites dorado reluciendo en la playa para que sucumbiera a la seductora emoción de hallar tesoros inesperados. Empecé a frecuentar las playas, aunque por aquel entonces pocas mujeres se interesaban por los fósiles. Se consideraba una actividad sucia y misteriosa, impropia de una dama. Me daba igual.”
Las huellas de la vida. Tracy Chevalier, 2009.
Si hubiera que elegir un fósil como símbolo de la paleontología, muy probablemente ese privilegio le correspondería a los amonites. El singular atractivo de estos moluscos cefalópodos reside en la elegancia de su concha, cuya forma se aproxima en muchos casos a una espiral logarítmica de proporción aúrea.
Según cuenta Plinio el Viejo en su enciclopédica Historia Natural (siglo I d.C.), el llamado Cuerno de Amón era una de las piedras preciosas más sagradas y exóticas en la antigüedad por su color dorado y por su forma, similar a los cuernos de cordero que eran un atributo del dios Júpiter-Amón.

Parecido no es lo mismo
Los nautilus actuales y los ammonoideos fósiles son anatómicamente parecidos. Ambos cuentan con una concha espiral dividida en cámaras que están separadas por tabiques o septos. Las cámaras son atravesadas por un sifón, órgano que permite controlar la flotabilidad regulando la proporción de líquido y gas que tienen las cámaras.
Sin embargo, los amonites suelen tener el sifón desplazado hacia el borde de la concha, presentan septos ondulados y líneas de sutura (líneas donde las particiones internas se encuentran con la concha externa) con patrones fractales.


Gracias a las bacterias
Los amonites ocupaban una posición intermedia en la pirámide trófica, es decir, eran cazadores pero a su vez eran cazados. Además, presentaban dimorfismo sexual entre machos y hembras.
Su concha era de aragonito, una variedad de carbonato cálcico que tiende a disolverse, por lo que la mayoría de los fósiles son en realidad los moldes internos de las cámaras que quedaron rellenas de sedimento tras la muerte del organismo.
Cuando el proceso de descomposición orgánica tenía lugar en ambientes con poco oxígeno, las bacterias reductoras del sulfato facilitaban la formación de una capa de pirita sedimentaria sobre la concha, de ahí el color dorado (se dice de estos fósiles que están piritizados) al que se refería Plinio.


Fósiles guía
La subclase Ammonoidea fue establecida en 1884 por el geólogo alemán Karl Alfred von Zittel (1839-1904), quien se inspiró en la tradición pliniana para establecer el nombre de estos parientes lejanos de sepias y calamares.
Hasta la fecha se han descrito más de 2000 géneros distintos y esta gran diversidad los convierte en un fósil guía de enorme importancia, pues permite datar con precisión rocas sedimentarias de origen marino en cualquier parte del mundo.
Los amonites poblaron los mares desde el Devónico hasta finales del Cretácico (hace entre 419 y 66 millones de años), cuando el impacto de un asteroide desencadenó la gran extinción que puso fin a la era mesozoica.
Para saber más
¿Pueden vivir los fósiles? Un «fósil viviente» en Ávila.
Prácticas relacionadas con fósiles y fósiles guía
Referencias
- Domènech, R. y Martinell, J. 1996. Introducción a los fósiles. Ed. Masson, S.A.
- Ellemberger, F. 1989. Historia de la Geología. Volumen 1. De la Antigüedad al siglo XVII. Ed. Labor.
- Galo, J.R.; Cabezudo, A. y Fernández, I. 2016. Sobre la forma y el crecimiento cordobés del Nautilus pompilius. Épsilon – Revista de Educación Matemática, Vol. 33 (3), nº 94, 81-110.
- García-Ramos, M. 1987. Los fósiles: huellas de la evolución. Penthalon ediciones.
- Lambert, D. 1988. Guía de Cambridge de la vida prehistórica. Ed. Edaf.
- Livio, M. 2006. La proporción áurea. La historia de phi, el número más enigmático del mundo. Ed. Ariel.
- Sequeiros, L. Et al. 1998. Historia del conocimiento de los ammonites (moluscos fósiles) del Jurásico de España. LLULL, vol. 21, pp. 517-545.