Texto y fotos – Gabriel Castilla Cañamero
“La glossopetra, similar a la lengua del hombre, no nace de la tierra. Se dice que cae del cielo durante los eclipses de la luna, es necesaria en la selenomancia y la alcahuetería, donde la vanidad de la promesa hace que se crea.”
Plinio el Viejo. Historia Natural, Libro XXXVII. Siglo I d.C.

De «lenguas de piedra» bíblicas…
Desde hace siglos las glosopetras se usan como amuletos, una tradición que hunde sus raíces en el relato bíblico donde se narra el naufragio de Pablo de Tarso en la isla de Malta.
Según los Hechos de los Apóstoles (27,13-44), mientras Pablo recogía leña para hacer una hoguera con la que entrar en calor tras el naufragio, fue picado por una víbora, pero la mordedura venenosa no le causó ningún daño.
Según una leyenda maltesa, el santo maldijo a todas las serpientes de la isla, por lo que sus lenguas se convirtieron en piedra. Así fue como las lenguas de San Pablo o glosopetras de Malta se convirtieron en objetos codiciados como elementos de protección frente a venenos y enfermedades.

…a dientes fósiles de tiburón
Las glosopetras son en realidad dientes fósiles de tiburón, entre los que destaca Carcharocles Megalodon, uno de los mayores depredadores que han conocido los océanos de la Tierra.
Sin embargo, los naturalistas de la Edad Media y el Renacimiento interpretaron estos fósiles como lenguas de animales petrificadas. ¿Cómo fue posible semejante ceguera? Por tres motivos:
- Porque el estudio de la naturaleza se abordaba partiendo de la tradición grecolatina y la autoridad de pensadores como Plinio tenía mucho peso.
- Porque era condición indispensable asumir el relato bíblico de la creación como marco de referencia indiscutible.
- Porque se carecía de una herramienta intelectual como el actualismo.
Steno y el método inductivo
El primero en abordar científicamente este problema fue el médico y anatomista danés Nicolás Steno, y lo hizo aplicando el método inductivo, o sea, estableciendo primero una serie de premisas que permitan alcanzar una conclusión lo más acertada posible.
En 1666 pudo estudiar la anatomía de un tiburón blanco embarrancado en aguas de Liguria (Italia) y lo hizo comparando los dientes de aquella bestia con glosopetras.
Para explicar cómo los restos de un organismo marino pueden encontrarse en rocas alejadas de la costa, Steno realizó un exhaustivo trabajo de campo que le llevó a descubrir y proponer los conceptos de sedimento y estrato.
Con estas herramientas publicó en 1667 una obra fundamental en la historia de la Geología: Canis Carchariae, donde se establece por primera vez:
- Que los mares de la tierra no han estado siempre donde están ahora.
- Que las capas de la tierra son estratos formados por antiguos sedimentos que pueden contener los restos de organismos marinos.
- Y que estos restos de organismos marinos pueden petrificar por el reemplazamiento de la materia orgánica por minerales.


¿Sabías que…? Los tiburones son peces cartilaginosos (condrictios), por lo que normalmente solo fosilizan la mandíbula y los dientes. Se estima que a lo largo de su vida un tiburón puede llegar a producir unas 24.000 piezas dentales.
El estudio de los dientes fósiles de tiburón mediante razonamiento inductivo y el uso de analogías sirvió para desterrar una superstición y motivó la redacción de una de las obras fundacionales de la Geología. Un texto imprescindible y ameno que merece ser redescubierto.
¿Quieres saber más?
Actualismo: el método científico que alumbró la geología moderna.
Referencias
- Cooper, J.A.; Pimiento, C.; Ferrón, H. y Benton, M. J. 2020. Body dimensions of the extinct giant shark Otodus megalodon: a 2D reconstruction. Nature, 10 (14526).
- Ellemberger, F. 1989. Historia de la Geología. Volumen 1. De la Antigüedad al siglo XVII. Ed. Labor S.A.
- Meléndez, B. 1983. Paleontología Estratigráfica 4. Foraminíferos – Artrópodos – Equinodermos – Vertebrados – Paleobotánica. Ed. Paraninfo.
- Pelayo, F. y Sequeiros, L. 2005. Las raíces de la Geología: El Canis Carchariae de Nicolás Steno (1667). Llull: Revista de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas. Vol. 28, Nº 61 (pp 209-243).
- Viciano, J.; López-Lázaro, S. y D’Anastasio, R. 2018. Dientes Fósiles de Carcharocles megalodon: La Colección del Museo Universitario de Chieti (Italia). Parte I: Análisis Morfométrico. International Journal of Morphology. Vol. 36 (4), pp. 1378-1385.