Los riesgos geológicos siempre están presentes en nuestras vidas, en ocasiones por causas naturales y en otras debido a una mala ordenación del territorio.
Uno de los riesgos más habituales en zonas escarpadas es el deslizamiento de ladera o deslizamiento rotacional.
Este tipo de movimiento de materiales en masa se produce debido a diversos factores entre los que destacan:
La erosión a favor de zonas de debilidad en la roca.
La inclinación del terreno.
La vibración provocada por los terremotos.
La saturación del suelo al acumularse el agua de lluvia.
O la acción de los seres humanos.
Al desplazarse el suelo o la roca se produce un deslizamiento en forma de arco que desplaza toda la masa ladera abajo.
El deslizamiento que podemos observar en Arévalo probablemente haya estado activo durante varios años y se mueva ligeramente en periodos de lluvia intensa. Resulta evidente el riesgo que esto implica para las construcciones que hay sobre la ladera.
Gráfico de deslizamiento rotacional o de ladera. Gráfico de Pablo Melón.
La disminución de estos riesgos implica hacer estudios de estabilidad y una planificación adecuada del territorio para evitar la construcción en zonas con alto riesgo de deslizamiento.
Una de las aplicaciones más directas del estudio científico de los procesos naturales se encauza a través de una disciplina que denominamos Riesgos Geológicos.
Esta disciplina estudia la interacción entre los procesos geológicos potencialmente dañinos, como terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, inundaciones, hundimiento (subsidencia) del terreno, deslizamientos de ladera, riesgos relacionados con la evolución de las costas, etc., conlas personas (y nuestros bienes y servicios).
Tenemos que ser conscientes de que los procesos naturales interaccionan con nosotros, queramos o no. Y aunque en entornos urbanos altamente desarrollados en ocasiones parezca que vivimos aislados de la dinámica natural, la realidad es que ésta nos afecta, a veces de forma trágica y desde luego no deseada.
Just now in Alta, Norway: Huge mudslide dragging several houses into the sea. pic.twitter.com/xR4t5zLI7m
Imágenes como esta de un deslizamiento en la costa noruega circulan de forma habitual en las redes sociales.
En las últimas décadas y tras las catástrofes de Fukushima en 2011 o del tsunami de Indonesia en 2004, ambas retransmitidas prácticamente en directo, somos cada vez más conscientes como sociedad de este tipo de peligros.
¿Hay más desastres naturales ahora?
Por lo que sabemos a día de hoy, los procesos geológicos potencialmente peligrosos siguen siendo prácticamente los mismos que hace unas décadas. Desde la Geología no hemos encontrado un incremento relevante ni de su número ni de la energía que desarrollan.
Tampoco hay un incremento de los procesosde alta energía-baja frecuencia, esto es, los que desencadenan un nivel de energía inusitado, como son los terremotos más violentos o las erupciones volcánicas más explosivas, tsunamis, etc.
Esto implica que el mismo fenómeno ahora es capaz de generar un impacto mucho mayor, afectar a más personas y provocar muchas más pérdidas.
Gráfico de evolución de la población total mundial, incluida la predicción de aumento hasta el año 2100. Fuente: ONU.
En la jerga de los riesgos geológicos llamamos:
Peligrosidad,a la probabilidad de que se produzca un proceso geológico en una zona en concreto.
Susceptibilidad, a las características del espacio en donde se desarrolla el proceso geológico y cómo afecta a su evolución.
Vulnerabilidad, al impacto en función de parámetros sociales (densidad de población, tipo de edificaciones, etc.).
Exposición, a la distribución de las personas y bienes en relación al proceso estudiado.
La combinación de estas cuatro variables caracteriza el riesgo, que termina siempre midiéndose en términos económicos.
Por tanto, un fenómeno natural de altísima energía, como pueda ser un terremoto de magnitud muy alta, presenta un riesgo cero si no afecta a nadie y no causa pérdidas ni económicas ni personales porque se produce en una zona completamente desierta (la vulnerabilidad es muy baja o inexistente).
La expansión humana, acelerada sobre el planeta desde la década de los 60 del siglo XX, hace que los mismos procesos tengan cada vez mayor impacto y por tanto aumente el riesgo de forma muy notable.
Un ejemplo: el terremoto de Torrevieja de 1829
El 21 de marzo de 1829 se produjo un terremoto de magnitud próxima a 7 (muy fuerte) con epicentro en las cercanías de Torrevieja. Sabemos, según los registros de la época, que murieron 389 personas y otras 375 fueron heridas. Unas 3.000 casas quedaron completamente destruidas, cuatro pueblos tuvieron que ser relocalizados y, como podéis imaginar, las pérdidas económicas fueron también muy cuantiosas para la época.
Vista general de Torrevieja desde el puerto. Enero de 1908. Dominio público. Fuente: Wikipedia.
¿Qué pasaría hoy?
Si este fenómeno natural sucediera hoy de forma exacta a como sucedió en 1829, los daños serían mucho mayores (habría aumentado el riesgo) porque la vulnerabilidad (cantidad de gente, casas, carreteras, infraestructuras, etc.) se ha incrementado de forma muy importante desde 1829. Basta con decir que la ciudad de Torrevieja tiene a día de hoy más de 85.000 habitantes empadronados mientras que en 1829 no llegaban a 4.000, con lo que la población se ha multiplicado por más de 20 desde entonces.
Vista aérea de Torrevieja, 29 de octubre de 2020. Autor: Werner Wilmes. CC BY 2.0
Los riesgos también «se modernizan»
Otro ejemplo más, relacionado con la vida moderna. Imagina que un deslizamiento de rocas bajo el mar, consecuencia indirecta de un terremoto, corta un cable submarino de los que soportan la banda ancha de Internet. Pues no lo imagines, sucedió en 2006 en Taiwan.
Como consecuencia de este episodio, se producen daños materiales: se pierden unos cables, caros de instalar y reparar, y se corta la red a una zona del planeta. Esto último va a generar unas pérdidas sustancialmente mayores que el daño material, ya que conlleva una caída en un número importante de servicios de todo tipo: comerciales, sanitarios, bancarios…
Aunque deslizamientos submarinos hay desde siempre, este riesgo concreto no existía tiempo atrás, ya que Internet nace en la década de los 80 del siglo pasado. Pero ahora es un riesgo muy real.
Mapa de cables submarinos en el mundo. Actualizado a 22 de febrero de 2023. Fuente: submarinecablemap.com
Estudio y prevención de los efectos de los riesgos geológicos
El estudio de las Ciencias de la Tierra ofrece herramientas para evaluar, prevenir y predecir los riesgos geológicos.
En general no podemos saber cuándo se va a producir un fenómeno natural potencialmente dañino de forma exacta (aunque en muchas ocasionesse pueden acotar rangos temporales razonablemente precisos). Pero sí podemos saber dónde, con qué intensidad y cómo se van a distribuir espacialmente sus efectos.
Incluso en los casos más impredecibles como son los terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas muy explosivas o avenidas en zonas de alta montaña, se han puesto en funcionamiento con éxito redes de monitorización que permiten una alerta temprana del sucesoy dan minutos muy valiosos a personas y administraciones para ejecutar planes de respuesta de emergencia definidos de antemano.
Noticia: Inauguran en Ávila una ruta didáctica para aprender sobre las riadas. 12 de agosto de 2020. Fuente: elagoradiario.com
Cada vez sabemos más sobre cómo funcionan los procesos geológicos, lo que incide en una mejor valoración de la susceptibilidad. Y somos más capaces de definir sus consecuencias de forma precisa y por tanto de definir esas interacciones no deseadas con nuestras poblaciones e infraestructuras.
Esto ha permitido que el estudio de los riesgos geológicos se haya ido incorporando a la planificación del territorio. En algunos países es algo que cuenta con una larga tradición.
Prevenir es la herramienta más eficaz y económicamente rentable para reducir las pérdidas tanto de vidas humanas como económicas.
Desafortunadamente, el ritmo al que se incorporan las novedades y avances técnicos a las distintas normativas de construcción, planificación, diseño o desarrollo de planes de emergencia post-catástrofe es más lento de lo que nos gustaría, no solo en España.
Todo este trabajo se desarrolla en su mayor parte desde centros de investigación públicos financiados con el dinero de los estados. Un recordatorio más de que la inversión en ciencia base nunca es un gasto y que siempre revierte de muchas formas a la sociedad.
Javier Lario y Teresa Bardají (coords.) 2016. Introducción a los Riesgos Geológicos. Universidad Nacional a Distancia, Madrid. ISBN: 978-84-362-7014-3.
Pablo G. Silva, Miguel A. Rodríguez-Pascua, Jorge L. Giner Robles, Javier Élez, Pedro Huerta, Francisco García-Tortosa, Teresa Bardají, M. Ángeles Perucha, Raúl Pérez-López, Pedro Vicente Gómez, Javier Lario, Elvira Roquero y M. Begoña Bautista Davila. 2019. Catálogo de los Efectos Geológicos de los Terremotos en España, Segunda Edición, revisada y ampliada. Editado por Pablo G. Silva Barroso y Miguel Ángel Rodríguez Pascua y publicado por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y la Asociación Española para el Estudio del Cuaternario (AEQUA), Serie: Riesgos Geológicos y Geotecnia nº 6, 806 p. ISBN 978-84-9138-075-7.
Riesgos geológicos actuales, las catástrofes naturales y cómo nos afectan, de Javier Elez para #Bachillerato.
Impactos cósmicos en nuestro planeta y cómo encontrarlos, de Javier Pérez Tarruella para #ESO.
Esta última #Geocharla ha incluido una versión del experimento que Javier Pérez Tarruella documentó en este hilo de Twitter:
Unas gotas de leche me han servido para ver mejor que nunca la formación de cráteres complejos! ¿Por qué los cráteres más famosos de la Luna tienen un pico en el centro? ¡Mira estas fotos! – HILO La habitación es un buen lab cuando no puedes ir a la @usalpic.twitter.com/wXNu5455p4
Las #Geocharlas son actividades de divulgación de la Geología orientadas a colegios de infantil y primaria, institutos de secundaria, universidades y asociaciones coordinadas por la Comisión Mujer y Geología de la Sociedad Geológica de España