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El paisaje de La Moraña. La geología invisible

Autor – Javier Elez

El paisaje de gran parte de la comarca de La Moraña se caracteriza por un relieve bastante plano del que sobresalen de tanto en tanto algunos cerros de dimensiones muy modestas, con pendientes suaves y un conjunto atravesado por los valles de los ríos Zapardiel, Arevalillo y Adaja. Domina en toda la comarca el cultivo del cereal y destacan en el horizonte los pinares autóctonos.

A pesar de la monotonía aparente de la llanura, desde el punto de vista geológico se sobreimponen en esta comarca una serie de procesos geológicos relevantes que le confieren su forma y características actuales. Estos procesos, la geología de los últimos millones de años, son identificables para el ojo experto. Pero si no lo eres, quizá necesites una pequeña guía para empezar a leer la geología aparentemente invisible de La Moraña. ¡Aquí va!

La formación del paisaje

La forma plana general de toda la comarca responde a un fenómeno de gran alcance geográfico relacionado con lo que los geólogos denominamos cuenca sedimentaria neógena del Duero.

¿SABÍAS QUE…? El período Neógeno comprende desde hace unos 23 millones de años hasta el comienzo del período Cuaternario hace 2,6 millones de años. Si quieres saber más sobre el tiempo geológico, consulta la tabla cronoestratigráfica internacional..

Pulsa sobre la imagen para ver la tabla cronoestratigráfica completa.

Una cuenca geológica o sedimentaria es una depresión en la corteza terrestre que tiene un origen tectónico y en la que se acumulan sedimentos. No confundir con cuenca hidrográfica. La cuenca sedimentaria del Duero tiene unos límites diferentes a la cuenca hidrográfica actual del río y un significado geológico distinto.

Para saber más, consulta: Qué es una cuenca hidrográfica

El desarrollo general y las causas de la formación de la cuenca sedimentaria del Duero son muy similares a las que explicamos en otro artículo sobre la cuenca sedimentaria de Amblés, pero en este caso los límites de la del Duero son: al sur, el Sistema Central; al este, la Cordillera Ibérica; al norte, la Cordillera Cantábrica. Mira este mapa para verlo más claro:

Figura 1. En naranja se marca el área ocupada por la cuenca geológica o sedimentaria neógena del Duero. Esta es una depresión de origen tectónico que está rellena por sedimentos del periodo Neógeno.
En rojo aparecen marcados los límites de la cuenca hidrográfica actual del río Duero.

Para saber más sobre la formación y características de la cuenca sedimentaria de Amblés, mira el artículo: Geomorfología del Valle de Amblés.

Al igual que la cuenca sedimentaria de Amblés, la del Duero se rellenó hasta arriba de sedimentos con capas prácticamente horizontales y paralelas que van marcando el paso del tiempo, con las más recientes arriba.

  1. Los sistemas montañosos circundantes aportaron sedimentos hasta que ya no cabían más. La cuenca se colmató (rellenó), dejando arriba una superficie horizontal muy extensa.
  2. Sobre esa superficie de colmatación se fue desarrollando después el resto de procesos geológicos que la modifican ligeramente, pero que han sido incapaces de borrar completamente su impronta.

A este proceso de colmatación de la cuenca sedimentaria del Duero debemos fundamentalmente el aspecto llano de la meseta castellano-leonesa.

¿SABÍAS QUE…? Los datos de subsuelo indican que amplios sectores del centro y norte de la cuenca sedimentaria del Duero tienen espesores de entre 1,5 y 2 km de sedimentos neógenos.

Sedimentación, erosión y cerros testigos

La cuenca sedimentaria del Duero era de tipo endorreico: no drenaba hacia el Atlántico y el agua y los sedimentos que entraban en la cuenca se quedaban allí. El relleno de la cuenca sedimentaria del Duero es un proceso muy largo que ocupa una parte importante del período Neógeno.

Sin embargo, desde hace unos 2,5 millones de años se rompe esta dinámica y se empiezan a desarrollar los ríos que conocemos en la actualidad. Es en este momento, a lo largo del período Cuaternario, cuando finalmente el río Duero termina conectando las cabeceras de montaña con el océano Atlántico, haciendo de cinta transportadora de agua y sedimentos y erosionando la antigua cuenca sedimentaria del Duero.

El desarrollo inicial de esta red de drenaje fluvial, precursora de la actual del río Duero, excava ligeramente la superficie de colmatación, erosiona las capas más fáciles y deja las más difíciles de erosionar prácticamente intactas, elaborando un paisaje dominantemente plano.

Esta erosión incipiente deja esparcidos pequeños cerros de suaves laderas y cimas planas que son los únicos testigos que quedan de unos sedimentos que han sido erosionados. A estas formas se las denomina cerros testigos en geología. La parte más alta de estos cerros está ocupada por capas sedimentarias más resistentes a la erosión y los protegen de ser completamente desmantelados.

Figura 2.
Formación de cerros testigos.
1) Esquema general de la disposición del relieve montañoso del Sistema Central y la cuenca geológica del Duero.
2) Modelo de desarrollo de un cerro testigo.
Figura 3. Dos imágenes en las que se pueden observar en distintos planos el relieve dominantemente llano, la superficie de colmatación, los cerros testigos y al fondo el Sistema Central. Imágenes tomadas en las cercanías de El Oso y Hernansancho, en la provincia de Ávila (España). Fotos de Gabriel Castilla.

La Geología como ciencia histórica

Sobre este relieve antiguo (paleo-relieve) de La Moraña, los cambios en el clima relacionados con el episodio climático conocido como Younger Dryas, hace unos 12.800 años, proporcionan las condiciones adecuadas para que se instalen espectaculares cinturones de dunas eólicas . Al final de este período frío, hace unos 11.700 años, el ascenso de las temperaturas deja las circunstancias ideales para que comience la «revolución neolítica» y el tránsito hacia sociedades sedentarias agrícolas. Pero esa es otra historia.

Los procesos descritos en este artículo hablan de la historia geológica de esta parte del mundo que es la comarca de La Moraña. Por esto decimos que la Geología es una ciencia histórica, porque nos cuenta cómo ha evolucionado el planeta y los procesos que le dan forma a lo largo de su propia historia, que es muy larga: unos 4.550 millones de años.

Para saber más sobre el período climático Younger Dryas: Younger Dryas: cambios climáticos que condicionaron el paisaje abulense y la vida humana.

Conoce más sobre las dunas de La Moraña y cómo y cuándo se formaron en: Un mar de dunas en La Moraña.

Fuentes de consulta

Estudio de la evolución paleoclimática a partir de las turberas

Autor – Pablo Melón Jiménez

Las turberas son humedales ácidos en los cuales se produce la acumulación de materia orgánica como turba.

La turba es un material de color pardo oscuro, aspecto terroso y poco peso, constituido por restos vegetales en estado de descomposición que se utiliza fundamentalmente como combustible y como abono orgánico.

Musgo Sphagnum sp. presente en las turberas

Las turberas son en realidad pequeñas cuencas lacustres de origen glaciar en las que la velocidad de acumulación de la materia orgánica es mayor que la velocidad de descomposición de la misma.

Este proceso condiciona que el agua que vierte en las lagunas no entre en contacto con la materia orgánica y de forma progresiva se produce una reducción en la concentración de oxígeno, dando lugar a zonas en las que se produce la descomposición de la materia orgánica por parte de bacterias anaeróbicas. Este proceso de anoxia produce una reducción importante de los nutrientes en la turbera, que es aprovechado fundamentalmente por los musgos del género Sphagnum sp., que proliferan en aguas pobres en nutrientes frente a otros organismos.

El polen: un registro de la evolución del clima y la vegetación

Desde la antigüedad, las turberas han servido como combustible (de hecho forman parte de la clasificación de los carbones; turba<lignito<hulla<antracita) y para fertilizar campos de cultivo.

Pero además, en los últimos tiempos, se ha comprobado la eficacia de este tipo de ambientes como guardianes del registro palinológico, es decir, del polen y esporas provenientes de distintas plantas y hongos. El estudio de este tipo de registros ha permitido en el caso de los castros vetones, y en particular del castro de Ulaca, hacer una aproximación a la evolución paleoclimática y de la vegetación de la zona en relación a sus pobladores. Los registros de sedimentos encontrados en vasijas y otros restos arqueológicos recuperados de los castros vetones han permitido analizar la evolución de los terrenos en que habitaron dichos pueblos, gracias también a la datación por carbono-14.

Para saber más del método de datación por carbono 14: Método de datación por radiocarbono (o carbono 14)

Los pueblos vetones emprendieron durante la Segunda Edad del Hierro (s. VI a I a.C.) un extenso proceso de explotación del paisaje que dio lugar, tras la deforestación continuada, a la generación de nuevas zonas de pastos y tierras de cultivo (Sáez, J.A.L., Merino, L.L., & Díaz, S.P., 2008).

Este registro se puede observar por la reducción de los pólenes de especies como la encina, el roble melojo y el fresno y el aumento progresivo de la presencia de algunos palinomorfos de carácter antrópico (condicionados por la presencia humana) como Cichorioideae y Cardueae, que explican la antropización del paisaje (la transformación que ejerce el ser humano sobre el medio).

Grano de polen observado en el Microscopio Electrónico de Barrido (SEM).

¿SABÍAS QUE…? La aparición de algunas esporas de hongos coprófilos (aquellos que tienen afinidad por los excrementos animales) indica no solo que los vetones eran un pueblo con amplia dedicación ganadera, sino que además convivían con el ganado in situ.

¿Quieres saber más sobre métodos de datación?

Geomorfología del Valle Amblés

Textos y gráficos: Javier Élez – Imágenes: Gabriel Castilla y Javier Élez

El valle de Amblés aparece como una gran llanura elevada (unos 1.100 metros sobre el nivel del mar), de forma alargada y relieve muy plano que contrasta con las cumbres circundantes: la Sierra de la Paramera al sur y la de Ávila al norte. Para explicar este contraste tenemos que saber que escondida en el valle se encuentra una cuenca sedimentaria poco conocida, la cuenca de Amblés. Te la presentamos…

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Vista parcial del valle de Amblés desde el cerro de Ulaca con la Sierra de Ávila al fondo.

La cuenca sedimentaria de Amblés

Una cuenca sedimentaria es una depresión en la corteza terrestre que tiene un origen tectónico y en la que se acumulan sedimentos.

Los límites de la cuenca sedimentaria de Amblés vienen definidos por un conjunto de fallas bastante complejo que se localizan en los cambios de relieve tan importantes que encontramos entre el valle plano y las alineaciones montañosas al norte y al sur.

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Panorámica de parte del Valle de Amblés visto desde el cerro de Ulaca, con la Sierra de Ávila al fondo.

Fracturación y paisaje: fallas y diaclasas

En la llanura encontramos sedimentos (fundamentalmente arcillas y arcosas) con relieves prácticamente planos que están en contacto por fallas con los granitos, más antiguos y ligeramente sobreelevados sobre el fondo del valle y que dan formas de erosión con más aristas y más relieve. La zona donde acaban los granitos y empiezan los sedimentos sería el límite de la cuenca y el lugar donde se encuentran las fallas.

La cuenca de Amblés estuvo activa durante parte del Terciaro. Mientras las fallas iban generando hueco, este se rellenaba con los sedimentos provenientes de las sierras adyacentes. Cuando las fallas dejaron de actuar, el hueco (la depresión tectónica) se rellenó completamente. El relieve plano es el testigo de ese proceso de relleno completo que denominamos colmatación.

Corte Cuenca de Amblés
Corte geológico Norte-Sur esquemático de la cuenca de Amblés y la sierra de la Paramera.

A día de hoy, y como no hay más hueco que rellenar, los sedimentos aportados lateralmente desde las sierras de la Paramera y Ávila son arrastrados por el río Adaja.

Las estimaciones realizadas a partir de estudios geofísicos (Garzón Heydt et al ., 1981) apuntan a que el espesor del relleno sedimentario sería cercano a los 1.000 metros.

Para saber más

Garzón Heydt, G., Ubanell, A.G. y Rosales, F. (1981). Morfoestructura y sedimentación terciarias en el valle de Amblés (Sistema Central Español). Cuadernos de Geología Ibérica 7, p. 655-665.

Arqueoastronomía: el paisaje como recurso en el Castro de Ulaca

Texto e imágenes – Gabriel Castilla Cañamero

Los geólogos somos naturalistas y nuestro trabajo consiste en reconstruir la historia de la Tierra y explorar los recursos que nos ofrece. Para ello estudiamos tanto el registro geológico como las huellas que la erosión y la tectónica imprimen en el paisaje. Los geólogos somos, en definitiva, contadores de historias; relatos que tratan sobre cómo era la naturaleza en el pasado y cómo se comporta en la actualidad.

Un recurso natural es todo aquel bien material (agua, rocas, suelo) y servicio (cobijo, transporte) que proporciona la naturaleza y contribuye tanto a la supervivencia como al desarrollo de una sociedad. La naturaleza se transforma en recurso por medio de una valoración cultural o económica que realiza una comunidad. Así, por ejemplo, hoy consideramos que un paisaje puede ser un recurso natural cuando este posee valores educativos o estéticos que atraen el turismo y potencian la economía de una región.

El valor del paisaje en la antigüedad

Pero, ¿qué valor podía tener un paisaje similar en la antigüedad? Los paisajes ofrecen puntos de referencia que permiten establecer vínculos entre las comunidades humanas, el entorno natural que habitan y el cosmos.

La observación de la salida y puesta del Sol, la Luna o las estrellas más brillantes respecto a puntos de referencia en el horizonte (montañas, rocas, valles, oquedades), permitieron a las sociedades antiguas establecer calendarios con los que ajustar la explotación de los recursos naturales del entorno a los ciclos biológicos vinculados a las estaciones.

Hasta no hace mucho tiempo nuestros hábitos alimenticios estaban condicionados por la reproducción o migración de ciertos animales, la floración de plantas comestibles y la cantidad de agua disponible en ríos y manantiales. La explotación de los recursos energéticos dependían de las oscilaciones en la temperatura ambiental, la existencia de material combustible y la cantidad de horas de luz del día. El transporte terrestre, fluvial y marítimo estaba vinculado a la dirección e intensidad de los vientos, las corrientes y la temperie. Además, para viajar largas distancias era necesario aprender a orientarse según la posición de ciertas estrellas y el Sol en el horizonte.

Fue así que la posición que ocupan los astros respecto a puntos de referencia del paisaje se convirtió en un recurso natural esencial para el bienestar de los seres humanos en el pasado.

Arqueometría y arqueoastronomía

La Arqueometría es un campo interdisciplinar entre las Ciencias Naturales y las Ciencias Humanas, que tiene como objetivo desarrollar técnicas y métodos especializados para poderlos aplicar a obtener información sobre aspectos culturales, históricos o medioambientales del pasado (Maniatis 2002).

Una de estas disciplinas es la Arqueoastronomía, el campo de investigación encargado de estudiar la manera en que las sociedades de épocas pasadas se relacionaban con el cosmos, y su objetivo último es obtener datos que después serán usados para fundamentar hipótesis sobre las relaciones que las antiguas sociedades tuvieron con la bóveda celeste y con el paisaje circundante (Cerdeño et al, 2006). La recogida de estos datos requiere la participación de especialistas de diversas disciplinas: físicos, topógrafos, matemáticos, arqueólogos y geólogos, entre otros.

Arqueoastronomía en el Castro de Ulaca

En el caso del Castro de Ulaca estos estudios se han centrado en dos aspectos fundamentales:

  1. Explorar y determinar la orientación de estructuras arquitectónicas respecto a los ortos y ocasos de astros de especial interés.
  2. El análisis del horizonte que rodea el castro para comprobar la existencia de marcadores de algún evento astronómico.

En investigaciones similares (Mejías et al, 2015) el papel de los geólogos ha consistido en:

  • Aportar información sobre cómo era el horizonte del paisaje y el medio ambiente en la época en que el castro fue habitado.
  • Valorar el origen natural o artificial (acción antrópica) de ciertos rasgos que pueden ser de especial interés para las orientaciones (como piedras caballeras, fracturas).
  • Estudiar las rocas y minerales empleados en la construcción de los edificios más importantes, lo que nos dará información sobre el estado de conservación, posibles modificaciones, datación y singularidad de las edificaciones o estructuras que son motivo de estudio.

El lugar de mayor interés arqueoastronómico en Ulaca es el altar de sacrificios, por tratarse del centro social y religioso del castro (Figura 1).

Figura 1
Figura 1. Altar de Ulaca visto desde la piedra caballera conocida como Canto de la Mula.

El calendario que se emplea como referencia para el mundo celta, incluidos los vetones, es el encontrado en Coligny (Francia) en 1897, fechado hacia el siglo II d. C. (Cossard, 2010). Se trata de un calendario lunisolar que divide el año en dos partes:

  1. La oscuridad, ritualizada en la festividad de Samhain, que señalaba el comienzo del año a mediados del otoño (1 de noviembre).
  2. La luz, ritualizada en mitad de la primavera en la festividad de Beltaine (1 de mayo).

Un exhaustivo estudio realizado por Manuel Pérez Gutiérrez (2010) ha puesto de manifiesto la existencia de múltiples alineaciones de interés entre el altar y el horizonte del castro (Figura 2).

Figura 2
Figura 2. Orientación del altar hacia la Sierra de la Paramera.

Entre ellas caben destacar las relacionadas con los principales relieves de la Sierra de la Paramera (Figura 3 y 5) y con una piedra caballera próxima conocida como «Canto de la Mula» (Figura 4 y 5).

Figura 3
Figura 3. Detalle de los principales relieves de la Sierra de la Paramera. Durante el solsticio de verano, momento del año con mayor número de horas de luz, la Luna alcanza su mínima altura sobre el horizonte (apenas 5º) a su paso sobre el Risco del Sol.
Figura 4
Figura 4. Piedra caballera conocida como Canto de la Mula vista desde el altar. El Sol se pone tras ella hacia el 10 de mayo (festividad celta de Beltaine), y la Luna hace lo mismo coincidiendo con el solsticio de invierno, el día del año con menos horas de luz.
Figura 5
Figura 5. Principales alineaciones entre el altar de Ulaca y el paisaje circundante

En ambos casos se han hallado evidencias de alineaciones vinculadas tanto al seguimiento de las principales festividades celtas como a la observación de los solsticios de invierno y verano por parte de los habitantes de Ulaca hace más de 2.000 años.

Para saber más