Archivo de la categoría: Hidrogeología

Todo sobre el ciclo del agua desde una perspectiva geológica.

¿Cómo se formaron los océanos? El problema del origen del agua en la Tierra

Autores – Gabriel Castilla Cañamero, María Isabel Reguera e Iván Martín-Méndez

Alrededor de dos polos gira la existencia humana.

El polo de las ilusiones. Y el polo de las realidades.

José Echegaray. Ciencia popular, 1905.

Los astronautas de la misión Apolo 8 tomaron la primera fotografía de la Tierra vista desde la órbita de la Luna. Esta icónica imagen nos mostró por primera vez el contraste entre la yerma superficie lunar, la vasta negrura del espacio y el brillo de un planeta azul (Figura 1).

Figura 1. Fotografía icónica del espacio conocida como “El amanecer de la Tierra”, tomada el 24 de diciembre de 1968 desde la nave Apolo 8. En primer plano se ve la superficie gris y desolada de la Luna, mientras que al fondo, sobre el horizonte lunar, asoma parcialmente el planeta Tierra, de color azul y blanco, suspendido en la negrura del espacio. La imagen transmite la fragilidad y belleza del planeta desde la distancia. Crédito: NASA/Bill Anders.

La imagen está acompañada por el pie: Figura 1. El amanecer de la Tierra, fotografía tomada el 24 de diciembre de 1968 por el astronauta Bill Anders del Apolo 8. Crédito: NASA/Bill Anders.

Figura 1. El amanecer de la Tierra, fotografía tomada el 24 de diciembre de 1968 por el astronauta Bill Anders del Apolo 8. Crédito: NASA/Bill Anders.

Los océanos ocupan el 71% de la superficie terrestre, lo que equivale a un volumen de unos mil quinientos millones de kilómetros cúbicos de agua, el medio donde probablemente surgió y evolucionó la vida durante miles de millones de años. Desde nuestra perspectiva, esta cantidad de agua puede parecer inmensa (especialmente considerando que alrededor del 60% del cuerpo humano está compuesto por agua); sin embargo, si comparamos la masa de los océanos, mares, ríos, lagos, aguas subterráneas y glaciares (1,4 x 1021 kg), con la masa de la Tierra (6 x 1024 kg), descubrimos que la hidrosfera representa apenas un 0,02% del total.

Para comprender lo que esto significa, pensemos en un contexto que nos resulte más familiar: si la Tierra fuese un avión Boeing 747completamente cargado, el agua de la hidrosfera equivaldría a la masa de un solo pasajero (Figura 2). Por otro lado, la razón por la que la Tierra se ve de color azul desde el espacio no se debe a la presencia océanos, sino a que las moléculas de nitrógeno y oxígeno de la atmósfera esparcen la luz solar mediante un fenómeno óptico conocido como dispersión Rayleigh.

Figura 2. Gráfico de cuadrados que representa visualmente la proporción entre la masa de los océanos y la masa total del planeta Tierra. Un total de 100 cuadrados forman una cuadrícula de 10 por 10, todos de color marrón claro excepto una pequeña franja azul en la esquina superior izquierda, que simboliza la masa de la hidrosfera. El área azul ocupa solo el 0,02% del total, mientras que el 99,98% restante está representado por el color marrón. El título del gráfico indica: "Masa de los océanos en relación a la masa de la Tierra". Fuente: elaboración propia.
La imagen está acompañada por el pie: Figura 2. Representación gráfica de la masa de la hidrosfera (rectángulo azul) en relación a la masa del planeta Tierra (marrón). Fuente: elaboración propia.

Figura 2. Representación gráfica de la masa de la hidrosfera (rectángulo azul) en relación a la masa del planeta Tierra (marrón). Fuente: elaboración propia.

Esta comparativa demuestra que tenemos una visión algo distorsionada de la cantidad de agua que hay en la Tierra: el pozo de las ilusiones al que se refería Echegaray. Entonces, y siguiendo con la cita de nuestro primer Premio Nobel: ¿cuál es el pozo de las realidades? El relato científico, sin duda. Repasemos las pruebas que nos ofrece la Geología para responder a tres preguntas fundamentales en esta historia:

1.- ¿Cuánta agua hay en la Tierra?

2.-  ¿Cómo llegó hasta aquí?

3.-  ¿Cuándo se formó el primer océano?

1. ¿Cuánta agua hay en la Tierra? La paradoja de los océanos invisibles

La mayor parte del agua de la Tierra se encuentra almacenada en el manto, un lugar inaccesible que representa el 84% de la masa total del planeta (Figura 3). Está formado por silicatos (minerales ricos en silicio y oxígeno) que se encuentran sometidos a altísimas presiones (un millón y medio de veces superior a la presión atmosférica) y temperaturas que varían entre los 600 y los 3.500 º C. En este ambiente los materiales se encuentren en un estado físico entre sólido y líquido-viscoso, condiciones que solo podemos reproducir en laboratorios de muy alta presión empleando yunques de diamante.

Figura 3. Esquema en blanco y negro del interior de la Tierra, representado en un corte transversal desde la superficie hasta el centro. Se identifican las principales capas internas: la corteza en la parte superior, seguida por el manto (dividido en manto superior y manto inferior), y el núcleo (dividido en núcleo externo y núcleo interno). La transición entre el manto superior e inferior está señalada con una línea de puntos a unos 670 km de profundidad. También se indican zonas geodinámicas como una zona de subducción en el margen izquierdo y una dorsal oceánica en el derecho. Se marcan profundidades clave: 670 km (límite entre mantos), 2.900 km (límite entre manto inferior y núcleo externo) y 5.100 km (límite entre núcleo externo e interno). Adaptado de Anguita (2002).

Figura 3. El interior terrestre está dividido en tres partes: corteza, manto y núcleo. El manto se divide a su vez en dos: el manto superior, que comienza a unos 70 km; y el manto inferior, que se extiende entre los 670 km y los 2.900 km de profundidad. Entre ambas regiones se localiza una zona de transición (con línea de puntos). Adaptado de Anguita (2002).

En la parte superior del manto encontramos principalmente olivino (Mg,Fe)2SiO4,pero, conforme aumenta la profundidad, aumentan también la presión y la temperatura, lo que provoca una reconfiguración de su red cristalina. Los experimentos de laboratorio demuestran que bajo las condiciones de presión y temperatura reinantes a unos 515 kilómetros de profundidad se forma un mineral llamado ringwoodita (Mg2SiO4), que se comporta como una especie de esponja capaz de atraer hidrógeno y atrapar en su estructura cristalina los elementos que componen la molécula de agua. Dicho de otra forma: el agua presente en el manto no se encuentra en estado sólido, líquido o gaseoso, sino como hidróxido (moléculas de oxígeno e hidrógeno unidas entre sí) atrapado en este mineral (Figura 4).

Figura 4. Imagen microscópica que muestra cristales de ringwoodita, un mineral de color azul intenso, distribuidos de forma dispersa sobre un fondo claro. Los cristales tienen formas irregulares y bordes angulosos, con tamaños de pocas décimas de milímetro. En la esquina superior izquierda hay una escala de referencia que indica 0,1 mm. Fuente: Steve D. Jacobsen/Schmandt, B. et al. (2014).

Figura 4. Ringwoodita vista al microscopio. Fuente: Steve D. Jacobsen/Schmandt, B. et al. (2014).

La importancia de la ringwoodita no se limita al laboratorio. De hecho, en 2014 y 2022, el hallazgo de fragmentos inalterados de este mineral en el interior de diamantes naturales (Figura 5) proporcionó pruebas directas de su existencia en el manto. Los diamantes, formados por carbono puro cristalizado bajo condiciones extremas de presión, pueden contener impurezas que, si bien reducen su valor para la joyería, resultan de enorme interés científico. Estos diamantes, que ascendieron desde unos 700 kilómetros de profundidad impulsados por violentas erupciones volcánicas, actuaron como auténticas sondas naturales, atrapando materiales de la base del manto superior. Los análisis químicos realizados sobre ringwoodita natural indican que contiene algo más de un 1% de agua en su estructura cristalina, lo que, en términos prácticos, sugiere que el manto podría albergar una cantidad de agua equivalente a dos veces la de toda la hidrosfera.

Pero, ¿cómo llegó todo este agua hasta allí? Caben dos posibilidades: o fue arrastrada desde el exterior por la subducción de la corteza continental; o siempre estuvo allí presente.

Figura 5. Fotografía de un diamante transparente y facetado sobre un fondo gris neutro. En su interior se observan numerosas inclusiones minerales, visibles como manchas oscuras e irregulares, que corresponden a ringwoodita y circón. El diamante tiene forma asimétrica, con múltiples caras planas y bordes definidos. Procede de la República Centroafricana. En Lorenzon et al. (2022).

Figura 5. Diamante encontrado en la  República Centroafricana, con presencia de inclusiones minerales (manchas oscuras) de ringwoodita y circón. En Lorenzon et al. (2022).

Imagen con fondo naranja que contiene un texto divulgativo en letras blancas y negritas en algunas partes. El título resalta en mayúsculas: "¿Sabías que el mineral más abundante de la Tierra no se descubrió en la naturaleza hasta el año 2014?".

El texto explica que para que la comunidad científica reconozca oficialmente un mineral descubierto en laboratorio, este debe hallarse también en la naturaleza. Muchos minerales del manto terrestre no se encuentran fácilmente en la superficie debido a que son inestables a las condiciones de presión y temperatura de la corteza. A profundidades mayores de 650 km, la ringwoodita se transforma en bridgmanita (fórmula: (Mg,Fe)SiO₃), un denso silicato de hierro y magnesio, posiblemente el mineral más abundante del manto. Aunque se conocía por síntesis, la bridgmanita no se identificó en estado natural hasta 2014, cuando fue hallada en un meteorito llamado Tenham, que cayó en 1879 en Queensland, Australia.

2. ¿Cómo llegó el agua a la Tierra? Atravesando la línea de nieve.

Las estrellas nacen dentro de nebulosas constituidas por moléculas de gas y partículas de polvo. A medida que la nube primordial se contrae y colapsa por la gravedad de la estrella en formación, el momento angular aplana la distribución del material, formando un disco rotatorio que recibe el descriptivo nombre de disco protoplanetario (Figura 6). El hidrógeno es el elemento químico más abundante del universo, de lo cual se infiere que estaba presente en el disco protoplanetario solar hace unos 4.600 millones de años. Sin embargo, el oxígeno, que es necesario para formar el agua y los silicatos, apenas representa el 1% de los elementos químicos del universo.

Figura 6. Imagen astronómica del disco protoplanetario HL-Tauri, una estrella joven situada a unos 450 años luz de la Tierra. En el centro, un núcleo brillante rodeado por varios anillos concéntricos luminosos intercalados con surcos oscuros, que indican posibles órbitas de planetas en formación. La imagen muestra una estructura en tonos de amarillo y naranja sobre un fondo negro, con una apariencia difusa pero detallada. Esta es una de las capturas más nítidas realizadas por el radiotelescopio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array). Fuente: Observatorio Europeo Austral (ESO).

Figura 6. Imagen del disco protoplanetario HL-Tauri, una estrella naciente situada a unos 450 años luz de la Tierra. Los surcos oscuros señalan las potenciales órbitas de futuros planetas. Es una de las imágenes más nítidas tomadas por ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array). Fuente: Observatorio Europeo Austral (ESO).

En la región del disco próxima al recién formado Sol, el calor generado por el choque entre partículas provocó la sublimación del hidrógeno y otros elementos ligeros. Parte del oxígeno se unió a átomos de otros elementos, como el carbono, el magnesio, el hierro y el silicio para formar los silicatos que darían lugar a los planetas rocosos. Se cree que la génesis de estos mundos telúricos siguió un proceso gradual y jerárquico: primero se formaron pequeños cóndrulos del tamaño de un grano de arroz, los cuales crecieron hasta convertirse en guijarros y bloques. Estos acrecionaron hasta alcanzar las dimensiones kilométricas de los asteroides y los planetesimales. Los modelos señalan que en este contexto un planeta del tamaño de la Tierra tardaría en formarse menos de 30 millones de años.

Lejos del Sol, las bajas temperaturas permitieron que las sustancias volátiles como el agua, quedaran atrapadas en forma de hielo. La frontera entre ambos dominios recibe el nombre de línea de nieve (Figura 7). Según las teorías tradicionales, el agua debió llegar a la Tierra desde allí, viajando a bordo de asteroides y cometas.

Figura 7. Esquema que muestra el proceso de formación planetaria a partir de un disco protoplanetario. A la izquierda, tres imágenes sucesivas de una estrella joven indican la evolución temporal. A su alrededor se representa un disco de gas y polvo que se va transformando. En una etapa intermedia, el disco contiene una zona interior con planetesimales de roca (esferas marrones) y una zona exterior con planetesimales de hielo (esferas azules), separadas por una línea vertical azul etiquetada como "Línea de nieve". Sobre esta región se indica la presencia de gas (hidrógeno y helio). En la etapa final del esquema aparecen formados planetas rocosos, asteroides, gigantes gaseosos y planetas de hielo, ordenados desde la región más cercana a la estrella hacia el exterior. El texto del pie indica que observaciones del Telescopio James Webb en 2023 detectaron agua en el interior de discos protoplanetarios, lo que cuestiona el modelo clásico de línea de nieve. Fuente: elaboración propia.

Figura 7. La línea de nieve es la frontera que separa dos ambientes en el disco protoplanetario: un interior caliente y seco, poblado por planetesimales rocosos; y un exterior frío con abundantes planetesimales de hielo. En 2023 el Telescopio James Web detectó la presencia de moléculas de agua en el interior de 4 discos protoplanetarios de estrellas similares al Sol. Estas observaciones no encajan con el modelo clásico de línea de nieve, actualmente en revisión. Fuente: elaboración propia.

¿Cómo sabemos que la primitiva Tierra era en origen un mundo seco que se hidrató con el agua procedente del Sistema Solar exterior? La clave reside en la firma isotópica del hidrógeno.

La huella dactilar del agua

El término isótopo significa en griego “mismo lugar” y hace referencia a aquellos elementos químicos que aunque ocupan una “misma posición” en la Tabla Periódica (poseen un mismo número atómico), pero tienen distinta masa atómica debido a la presencia de neutrones. Para el caso de la molécula de agua (H2O) debemos tener en cuenta que tanto el hidrógeno como el oxígeno cuentan con isótopos estables. Para el caso que nos ocupa nos interesa centrarnos solo en los dos isótopos del hidrógeno: el protio y el deuterio (Tabla I).

Se llama relación isotópica de una muestra de agua al cociente que se obtiene al dividir la cantidad del isótopo más escaso entre la cantidad del isótopo más abundante. Para el hidrógeno del agua correspondería la relación del deuterio (D) respecto del protio (H), también conocida como relación D/H. El resultado numérico que se obtiene se compara con una muestra de referencia conocida como VSMOW (siglas de Viena Standard Mean Ocean Water –agua oceánica media estándar de Viena). Dicha muestra es agua marina destilada que se conserva en la Agencia Internacional de Energía Atómica con sede en Viena, y que, en términos prácticos, es equivalente a la huella dactilar del agua de la Tierra.

La relación D/H nos permite comparar la química del agua de la Tierra con muestras procedentes de otros cuerpos del Sistema Solar. Estos análisis comparativos nos enseñan dos cosas:

1. Durante mucho tiempo los cometas fueron los mejores candidatos a “aguadores” debido, precisamente, a que contienen gran cantidad de agua. No obstante, en el año 2015 la misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea zanjó definitivamente el debate al analizar in situ la superficie del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenco. Los datos mostraron que su relación D/H es tres veces mayor que la de nuestros océanos.

2. El análisis de los meteoritos de tipo condrita, que tienen su origen en los asteroides de la parte exterior del cinturón principal, tienen una relación D/H similar los océanos terrestres (Figura 8).

Figura 8. Gráfico de barras en el que se compara la relación D/H (deuterio/hidrógeno) del agua en diferentes cuerpos del sistema solar. El eje horizontal muestra valores de la relación D/H multiplicada por 10⁶, con un rango aproximado de 0 a 320. Una línea discontinua vertical negra marca la relación de los océanos terrestres en 155,7 × 10⁻⁶.

En la parte superior del gráfico se representan los valores de condritas carbonáceas hidratadas, mayormente agrupadas cerca del valor oceánico, y los de varios cometas, cuyos valores son considerablemente mayores (entre 290 y 320 × 10⁻⁶), marcados con una franja azul sombreada. En la parte inferior del gráfico se incluyen los datos de micrometeoritos recogidos en la Antártida, con un pico centrado también cerca del valor oceánico. Una flecha a la izquierda indica que la nebulosa proto-solar tuvo un valor muy bajo de D/H.

El gráfico apoya la conclusión de que los cometas no fueron los principales aportadores de agua a la Tierra, a diferencia de las condritas y micrometeoritos. Fuente: adaptado de Pinti (2005).

Figura 8. Comparativa entre las Relaciones D/H del agua de los océanos terrestres (155,7 x 10-6), con muestras de condritas carbonáneas hidratadas (149 x 10-6), micrometeoritos recogidos en la Antártida (154 x 10-6) y cometas (290-320 x 10-6). Aunque los cometas son buenos candidatos para ejercer de “aguadores”, los datos isotópicos descartan esta posibilidad. Fuente: adaptado de Pinti (2005).

Un inesperado regalo del cinturón de asteroides

Las condritas son un tipo de meteoritos que debe su nombre a las diminutas esferas o cóndrulos de silicato que contienen. Como ya hemos visto, fueron los primeros que se formaron por acreción, y su datación radiométrica ha permitido establecer la edad canónica del Sistema Solar en 4.569  millones de años (Figura 9).

Figura 9. Imagen en alta resolución de una sección pulida del meteorito de Allende, donde se observan múltiples cóndrulos: pequeñas estructuras esféricas y de bordes difusos de tonalidades grises, blanquecinas y oscuras. Los cóndrulos están embebidos en una matriz de color gris negruzco que los rodea. En la parte inferior derecha se incluye una escala gráfica que indica 5 mm. La imagen muestra con claridad la textura típica de las condritas carbonáceas. Fotografía de James St. John – Wikimedia Commons.

Figura 9. Cóndrulos en un fragmento del meteorito de Allende. Fotografía de James St. John- Wikimedia Commons.

De los varios tipos de condrita que existen, las de tipocarbonáceo presentan minerales hidratados y compuestos orgánicos ricos en nitrógeno y carbono. Por lo general proceden de asteroides primitivos (el choque entre ellos libera escombros que alcanzan la Tierra en forma de meteoritos), que son aquellos cuya composición química se estableció en el disco protoplanetario y conservan las huellas de los procesos que ocurrieron durante los primeros instantes de la formación y evolución del Sistema Solar (Figura 10). Este tipo de asteroides fueron muy numerosos en el pasado, pero los modelos señalan que el crecimiento y posterior migración de Júpiter y Saturno hasta su posición actual, provocó que miles de ellos fueran lanzados hacia el Sistema Solar interior, llevando agua y otros elementos volátiles hasta las órbitas de los planetas terrestres.

Figura 10. Imagen compuesta que muestra dos asteroides primitivos sobre un fondo negro del espacio. A la izquierda se encuentra el asteroide Bennu, de forma casi esférica con una superficie irregular y rugosa cubierta de rocas y bloques. A la derecha está el asteroide Ryugu, de aspecto más claro, también con superficie rugosa y forma más poligonal. Bennu, de unos 490 metros de diámetro, fue explorado por la misión Osiris-Rex de la NASA en 2020, que extrajo 122 gramos de material que llegaron a la Tierra en 2023. Ryugu, de 896 metros de diámetro, fue visitado por la sonda japonesa Hayabusa 2 en 2019; sus muestras fueron entregadas en 2020. Fuente: NASA/JAXA.

Figura 10. Dos asteroides primitivos: Bennu (izquierda) y Ryugu (derecha). Bennu (de 490 m de diámetro) fue visitado en octubre de 2020 por la misión Osiris-Rex de la NASA, que perforó su superficie y recogió 122 gramos de polvo y rocas que llegaron a la Tierra en septiembre de 2023. El asteroide Ryugu (de 896 m de diámetro) fue visitado en 2019 por la sonda Hayabusa 2, de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA). Las muestras llegaron a la Tierra en 2020. Fuente: NASA/JAXA.

En la noche del 28 de febrero de 2021, varias cámaras especiales para la detección de bólidos, captaron una gran bola de fuego sobre Reino Unido. Su fulgor llamó la atención de más de mil testigos y la trayectoria de caída fue registrada por decenas de cámaras de timbres y salpicaderos. La masa principal (319,5 g) del meteorito se descubrió por la mañana en la localidad de Winchcombe, en la puerta de una vivienda (Figura 11).

Figura 11. Primer plano de un fragmento del meteorito Winchcombe sostenido entre los dedos índice y pulgar de una mano enguantada con guantes de látex morado. El fragmento es de color negro mate, con superficie rugosa e irregular. Al fondo, desenfocado, se observa papel de aluminio y una superficie de laboratorio. La imagen fue tomada durante los análisis científicos realizados para estudiar su contenido en agua. Este meteorito, una condrita carbonácea, fue recuperado pocas horas después de su caída gracias a la colaboración ciudadana, lo que permitió preservar su composición original. Fuente: Museo de Historia Natural, Londres.

Figura 11. Meteorito Winchcombe durante los análisis que se realizaron para establecer su contenido en agua. Gracias a la colaboración ciudadana se pudieron recoger varios fragmentos en pocas horas, un detalle importante si tenemos en cuenta que las condritas carbonáceas son muy susceptibles a la alteración por el entorno terrestre y que las firmas isotópicas pueden modificarse en cuestión de días. Fuente: Museo de Historia Natural, Londres.

De todos los análisis químicos a los que fue sometido el meteorito Winchcombe, nos interesan especialmente tres resultados: (1) se trata de una condrita carbonácea, (2) presenta un alto contenido en agua (un 10% de su peso), y (3) este agua tiene una firma isotópica idéntica a la hidrosfera terrestre.

Impactos a hipervelocidad

La transferencia de agua mediante impactos es el mecanismo de hidratación planetaria que mejor se ha estudiado experimentalmente. En las instalaciones del campo de tiro vertical de la NASA, se hicieron colisionar a hipervelocidad (unos 18.000 kilómetros por hora -catorce veces la velocidad del sonido-), proyectiles de antigorita, un mineral análogo a las condritas carbonáceas, contra objetivos de piedra pómez anhidra. Después de cada experimento se recuperaron los productos de impacto, que básicamente consistían en vidrios generados por la enorme presión, algunos restos de antigorita y brechas ricas en material fundido (Figura 12).  

Fotografía en blanco y negro de un experimento de impacto a hipervelocidad realizado en laboratorio. En el centro de la imagen se observa un fogonazo brillante, con rayos de luz que se expanden radialmente hacia los bordes de una cámara circular metálica. El destello ilumina las paredes internas del túnel, revelando una estructura cilíndrica. El fenómeno simula el impacto de partículas a velocidades extremas, como las que ocurren en el espacio. Fuente: NASA / Ames Research Center, Mountain View, California.

Figura 12. Fogonazo de impacto a hipervelocidad. Fuente: NASA/ Ames Research Center, Mountain View, California.

Sorprendentemente, los impactos liberaron mucha más agua de la esperada. Estos experimentos han demostrado que los objetos similares a las condritas carbonáceas pudieron entregar hasta un 30% de su agua indígena a cuerpos de silicato como la Tierra, bajo las velocidades y los ángulos de impacto que prevalecieron durante las fases tempranas de la formación de los planetas terrestres. Estos resultados plantean, además, la posibilidad de que estos planetas en crecimiento atraparan agua en sus interiores a medida que crecían.

Fondo naranja con título en blanco en mayúsculas:
¿PUDO LLEGAR EL AGUA DESDE EL CINTURÓN DE ASTEROIDES SIN NECESIDAD DE IMPACTOS?

Texto explicativo en blanco:
Un grupo de científicos del Observatorio de París presentó en diciembre de 2024 un modelo alternativo al de los impactos para explicar cómo el agua pudo viajar desde la línea de nieve hasta el interior del Sistema Solar. Según el modelo, al disiparse el joven disco protoplanetario, el aumento de luminosidad del Sol primitivo provocó la sublimación de los volátiles de los asteroides, liberando agua en forma de un nuevo disco gaseoso-viscoso. Este disco, formado principalmente por agua, se habría expandido gradualmente desde el cinturón de asteroides hacia el Sistema Solar interior. La gravedad de los planetas habría sido la principal responsable de capturar esta agua. Según los autores, el agua de la Tierra se habría depositado entre 10 y 100 millones de años después del nacimiento del Sol. Este tipo de discos de agua podrían detectarse en sistemas planetarios jóvenes gracias al telescopio espacial James Webb y al radiotelescopio ALMA.

En la parte inferior, sobre fondo naranja, hay una ilustración con el siguiente pie de figura en blanco:
Figura 13. Captura de agua sin necesidad de impactos. El proceso de liberación de volátiles por parte de los asteroides habría comenzado apenas 5 millones de años después del nacimiento del Sol. ¿Cayó el agua del cielo como si la arrojaran desde un inmenso cubo? Fuente: Sylvain Cnudde / Observatorio de París – PSL / LESIA.

La ilustración (Figura 13) representa al Sol (esfera amarilla a la izquierda), el planeta Tierra en el centro y una nube de asteroides a la derecha. Flechas blancas indican el movimiento del agua (H₂O) desde los asteroides hacia la Tierra, simbolizando un flujo continuo de vapor de agua. El fondo es oscuro con gradientes azules.

3. ¿Cuándo se formó el primer océano?

En enero de 2001 se hizo pública la primera evidencia científica de la existencia de un océano en la joven Tierra. La prueba llegó de la mano de circones detríticos (como los granos de arena de un río o una playa) encontrados en el interior de rocas cuarcíticas en el Distrito Murchison de Australia Occidental. La edad de los circones se determinó mediante dataciones radiométricas de Uranio-Plomo, y las condiciones ambientales se establecieron con ayuda del análisis de isótopos de oxígeno.  Las pruebas señalan que estos circones se formaron hace unos 4.300 millones de años a partir de magmas que contenían un aporte significativo de corteza continental retrabajada, y que se formaron en presencia de agua cerca de la superficie de la Tierra. En definitiva: la Tierra contaba con una hidrosfera estable que interactuaba con la corteza 250 millones de años después de su formación.

Las teorías de cómo este primer océano se pudo formar y permanecer estable en la superficie terrestre se basan en la especulación y la modelización geofísica. A pesar de ello, hay determinadas ideas clave que nos permiten inferir algunas pinceladas de esta historia (Figura 14):

Esquema horizontal dividido en cuatro paneles que representan la evolución de la Tierra primitiva y la formación del primer océano, con fechas indicadas debajo de cada etapa:

Panel 1 (4.560 – 4.500 millones de años): Se muestra un planeta fundido con núcleo y manto, rodeado de gases expulsados (CO₂, H₂O, SiO₂) por desgasificación. Un gran objeto (Theia) impacta sobre la superficie, vaporizando silicato. El planeta tiene una temperatura superficial de unos 2000 °C. Se menciona la presencia de un océano de magma.

Panel 2 (4.500 – 2.500 Ma): El planeta está aún muy caliente con un flujo térmico elevado. Se forma una atmósfera de vapor de agua y dióxido de carbono. Se menciona el efecto invernadero y el inicio de la formación de la corteza.

Panel 3 (4.400 – 4.300 Ma): El planeta comienza a enfriarse. La atmósfera residual de CO₂ genera nubes, y se representa la condensación del vapor de agua y la formación de océanos a través de lluvias intensas.

Panel 4 (4.200 – 3.900 Ma): Representa un planeta con océanos estables y una atmósfera más tenue. Aparece la corteza terrestre y se plantea la posibilidad del inicio de la tectónica de placas y del ciclo del carbonato-silicato. En la parte superior se plantea la hipótesis del Gran Bombardeo Terminal.

La imagen está acompañada por el pie:
Figura 14. Secuencia evolutiva de la joven Tierra y los principales acontecimientos que llevaron a la formación del primer océano. Fuente: adaptado de Pinti (2005).

Figura 14. Secuencia evolutiva de la joven Tierra y los principales acontecimientos que llevaron a la formación del primer océano. Fuente: adaptado de Pinti (2005).

  • La Tierra primigenia recibió numerosos impactos de asteroides y planetesimales. El gran impacto que formó la Luna (Theia), hace unos 4.530 millones de años, liberó tanta energía que fundió por completo al menos el 70% la superficie terrestre.
  • La joven Tierra era un cuerpo muy caliente, con un elevado flujo térmico que provocaría unaintensa actividad volcánica. La intensa desgasificación provocada por el vulcanismo masivo, acumuló en la atmósfera dióxido de carbono (CO2) y vapor de agua, lo que provocaría un intenso efecto invernadero que mantendría caliente la superficie terrestre.
  • Para que una masa de agua líquida sea estable en la superficie de un planeta, esta debe  encontrarse por debajo del llamado punto crítico del agua, es decir,bajo condiciones de presión y temperatura que permitan distinguir el estado líquido del estado gaseoso. La presión crítica es de 221 bar (aproximadamente 221 veces la presión atmosférica normal), y la temperatura crítica es de 374 ºC.  Una fuerte presión atmósfera de CO2 permitiría la existencia de agua líquida, aunque la temperatura de la superficie terrestre fuese superior a los 200 ºC por el efecto invernadero.
  • Dos son los factores que permiten que un planeta pueda retener una atmósfera con elementos volátiles como el agua: un fuerte campo gravitatorio (que depende de la masa) y la presencia de un campo magnético que pueda protegerla del viento solar.
  • Conforme la concentración de CO2 disminuía y la superficie terrestre se iba enfriando, se condensaba el vapor de agua presente en la atmósfera y aumentaban las precipitaciones.
  • La lenta disolución del CO2 atmosférico debió acidificar aquel primer océano estable.
  • El estudio de la superficie lunar sugiere que entre 4.100 y 3.900 millones de años pudo tener lugar un episodio conocido como Bombardeo Tardío Intenso . Considerando que la superficie terrestre es catorce veces más grande que la de la Luna, y que la gravedad de la Tierra es seis veces mayor (lo que implica mayor capacidad de atracción), se ha calculado que sobre la Tierra debieron caer un número de asteroides unas 20 veces mayor que sobre la Luna. En este escenario, la colisión de un asteroide de 200 kilómetros de diámetro harían hervir los 200 primeros metros de un océano en todo el planeta; y el impacto de un objeto de 500 kilómetros pondría en ebullición la hidrosfera terrestre en su totalidad.

Con estos ingredientes la comunidad científica se ha aventurado a recrear artísticamente cómo pudo ser aquel primer océano hacia el final del eón Hádico (Figura 15). Pero, como suele ser común en ciencia, el pozo de las realidades a veces solo es una ilusión provisional.

Recreación artística de la Tierra durante el periodo conocido como Gran Bombardeo Terminal, hace entre 4.200 y 3.900 millones de años. La imagen muestra un paisaje dramático con un cielo rojo-anaranjado intenso y una superficie rocosa salpicada de cuerpos de agua. Decenas de meteoritos y asteroides incandescentes atraviesan el cielo en múltiples direcciones, dejando largas estelas brillantes. Algunos impactan violentamente contra el terreno y el agua, generando explosiones y salpicaduras. El entorno transmite una atmósfera caótica y extremadamente activa, con montañas al fondo y reflejos de fuego sobre el agua.

Fuente: Stephen Mojzsis / University of Colorado / NASA Lunar Science Institute / William Bottke / Southwest Research Institute.

Figura 15. Recreación artística de cómo pudo ser la Tierra hace 4.200-3.900 millones de años. Fuente: Stephen Mojzis/University of Colorado/NASA Lunar Science Institute/William Bottke/Southwest Research Intitute.

Bibliografía

Anguita, F. (2002) Biografía de la Tierra. Historia de un planeta singular. Editorial Aguilar. Versión digital revisada en: https://docta.ucm.es/entities/publication/e73ed2e8-2f75-452e-8839-2b027cdce8a8

Anguita, F. y Castilla, G. (2010). Planetas. Una guía para exploradores de la frontera espacial. Editorial Rueda.

Daly, R. T. y Schultz, P.H. (2018). The delivery of water by impacts from planetary accretion to present. Science Advances, Vol 4, nº 4.

Glavin, D.P. et al. (2025). Abundant ammonia and nitrogen-rich soluble organic matter in samples from asteroid (101955) Bennu. Nature Astronomy, Vol.9 pp. 199-210.

Hallis, L.J. (2017). D/H ratios of the inner Solar System. Philosophical Transactions of the Royal Cosiety A. Vol. 375, nº 2094.

Hernández-Bernal, M.S. y Solé, J. (2010). Single chondrule K-Ar and Pb-Pb ages of Mexican ordinary chondrites     as tracers of extended impact events. Revista Mexicana de Ciencias Geológicas, Vol. 27, 1. Pp. 123-133.

Jewitt, D.J. y Young, E.D. (2015) El origen del agua en la Tierra. Investigación y Ciencia, 464 (mayo), pp. 54-61.

Quentin Kral, P.H. et al. (2024). An impact-free mechanism to deliver water to terrestrial planets and exoplanets. Astronomy and Astrophysics, Vol. 692, A70.

King, A.J. et al. (2022). The Winchcombe meteorite, a unique and pristine witness from the outer solar system. Science Advances, Vol. 8, nº 46.

Lorenzon, S. (2022) et al. Ringwoodite and zirconia inclusions indicate downward travel of super-deep diamonds. Geology, Vol. 50 (9), 996-1000.

Mojzsis, S.J.; Harrison, T.M. y Paloma, R.T. (2001). Oxygen-isotope evidence from ancient zircons for liquid water at the Earth’s surface 4,300 Myr ago. Nature, Vol. 409 (6817), pp.178–18.

Pearson, D. et al. (2014). Hydrous mantle transition zone indicated by ringwoodite included within diamond. Nature 507, 221–224.

Pinti, D.L. (2005). The Origin and Evolution of the Oceans. En Advances in Astrobiology and Biogeophysics, pp. 83–112.

Rubin, A. (2013) Meteoritos primitivos. Investigación y Ciencia, 439 (abril), pp. 24-29.

Schmandt, B. et al. (2014) Dehydration melting at the top of the lower mantle. Science, Vol. 344. Pp. 1265-1268.

Trigo-Rodríguez, J.M. et al. (2019). Accretion of water in carbonaceous chondrites: current evidence and implications for the delivery of water to early Earth. Space Science Riews, Vol. 215, 18.

GEOLODÍA 24. ¿Qué es un glaciar y cómo funciona? Los glaciares de montaña

Por Ana Isabel Casado y Pablo Melón

Un glaciar (del francés glacier) es una gran masa de hielo comprimido, formada por acumulación, compactación y recristalización de nieve hasta crear hielo glaciar (figura 1); y que necesita de miles de años para que esto suceda.

Gráfico de cambios en la morfología y en la porosidad de la nieve con la profundidad hasta convertirse en hielo glaciar.
Figura 1. Cambios en la morfología y en la porosidad del agua sólida con la profundidad, desde nieve granular hasta hielo glaciar

Con esta compactación, el hielo se reorganiza perdiendo el aire que se encuentra entre las partículas sólidas hasta que solo queda el aire del interior de burbujas. El resultado es la formación de hielo glaciar, con su característico color azul.

Los glaciares son dinámicos (se mueven) y generan procesos de erosión, transporte y sedimentación, al igual que sucede con el agua líquida.

Clasificación de los glaciares

La clasificación morfológica de los glaciares se basa en tres factores: su tamaño, su forma y la posición de la masa de hielo (figura 2).

  • Glaciares de casquete: son de gran escala. Ocupan casi el 10% de la superficie terrestre. Su forma es masiva y fluye en todas direcciones.
  • Glaciares de meseta: son de mediana escala. Su forma también es masiva. Fluyen en todas direcciones y se encuentran cubriendo zonas elevadas y mesetas.
  • Glaciares de montaña (o alpinos): son de pequeña escala. Consisten en corrientes de hielo más largas que anchas y se encuentran entre zonas montañosas elevadas, formando valles en U.
GLACIARES DE CASQUETEGLACIARES DE MESETAGLACIARES DE MONTAÑA
TAMAÑOGrandeMedianoPequeño
FORMAMasivaMasivaCorriente de hielo más larga que ancha
POSICIÓNGrandes superficies (>10% de la Tierra)Zonas elevadas y mesetasEntre montañas elevadas, con valles en U
Figura 2. Tabla con las características de tamaño, forma y posición de los glaciares. Con estas características se pueden definir tres tipos de glaciares claramente distintos: de casquete, de meseta y de montaña.

Como ya has visto en la entrada del Paleograciar de la Serradilla (Cepeda la Mora, Ávila), en el Sistema Central existieron glaciares activos en el Último Máximo Glaciar (20.000-30.000 años). Estos glaciares eran del tipo Glaciar de Montaña.

Partes de un glaciar de montaña

Los glaciares de montaña son masas de hielo que fluyen pendiente abajo y que existen porque la acumulación de nieve a gran altura compensa la fusión de hielo a baja altura y la descarga por deshielo.

Esta masa de hielo en movimiento va incorporando fragmentos rocosos de todo tipo de tamaños, y genera morfologías propias que persistirás aún cuando el glaciar haya desaparecido, como ha pasado en La Serradilla.

Las dos zonas de un glaciar de montaña (acumulación vs. ablación)

  • ZONA DE ACUMULACIÓN (ganancia de masa): parte más alta donde más nieva y se alimenta el glaciar. Las bajas temperaturas se encargan de mantener este agua sólida.
  • ZONA DE ABLACIÓN O DE FUSIÓN (pérdida de masa): zona baja donde el agua sólida se derrite por el aumento de la temperatura. Se forman pequeños drenajes y escorrentías superficiales que alimentan los ríos ladera abajo. En ocasiones, el glaciar puede desembocar en un lago o mar y fragmentarse en grandes bloques de hielo llamados icebergs.
Figura 3. Los glaciares de montaña tienen dos zonas claramente diferenciadas, la zona de acumulación, donde hay una ganancia de masa por la precipitación de nieve, y la zona de ablación, donde se pierde masa por sublimación y deshielo. Donde no hay ni pérdida ni ganancia de masa se llama línea de equilibrio. Morfológicamente, existen estructuras propias de estos sistemas glaciares que permanecen una vez el hielo se ha retirado, como el circo, las morrenas o los bloques erráticos.

Estas dos zonas (acumulación y ablación) se encuentran separadas por la línea de equilibrio, lugar donde el conjunto de las ganancias y las pérdidas es igual a cero.

El dinamismo y la capacidad de cambio son las características más importantes de los sistemas glaciares de montaña. Estos modifican su forma, se mueven, crecen, decrecen…

Algunas definiciones

Los circos glaciares son depresiones con forma semicircular y paredes muy inclinadas, que se desarrollan en la zona de acumulación (figura 3). Su forma se debe a la suma de la erosión basal, el arrastre de fondo y la gelifracción de las rocas de las paredes.

Cuando el hielo ya no existe, quedan los circos en las zonas altas de las montañas, en los cuales es habitual que se formen lagos.

La lengua glaciar (figura 3) es la masa de hielo que se desborda del circo y se desplaza pendiente abajo.

La masa de hielo va incorporando fragmentos rocosos de todo tipo de tamaños mientras se desplaza, acumulándolos principalmente en sus bordes. A estas acumulaciones se les llama morrenas (figura 3). Estas morrenas se conservan una vez desaparecido el glaciar, y se diferencian como crestas formadas por detritos de tamaños variados que nos permiten conocer las dimensiones de las masas glaciares, ya que las limitan.

Dos tipos de morrenas principales:

  • Morrena lateral: se desarrolla a los lados del glaciar y se alimenta principalmente de las rocas que caen desde las paredes laterales del valle glaciar.
  • Morrena final o terminal: se desarrolla en el borde principal del glaciar y marca un periodo de estancamiento. Las más modernas se sitúan a mayor altitud que las más antiguas.

Los bloques erráticos son también seña de identidad de los glaciares de montaña. Son grandes bloques anguloso de roca que son transportados por el glaciar a grandes distancias. Cuando son transportados dentro de un iceberg , y se desprenden de él al derretirse el hielo, se llaman ice-rafting.

Línea de nieve

Que se desarrollen o no glaciares depende de muchos factores, como ya pudiste leer en la entrada de factores que condicionan la formación de un glaciar.

La suma de dos de estos factores, latitud y altitud, generan la denominada línea de nieve (figura 4). Ésta es una línea imaginaria global que marca el límite irregular entre la superficie cubierta de nieve y la superficie libre de nieve. Esta línea no es estática ya que, en general, los glaciares se encuentran en retroceso.

Gráfico sobre dónde se encuentra la línea de nieve en diversas regiones del planeta:
- Regiones polares: 0-600 m
- Regiones templadas: 1000-5000 m
- Regiones ecuatoriales: más de 5000 m
Figura 4. La línea de nieve se mide de manera directa por satélite o fotografías aéreas, o se calcula en base a la isoterma de 0ºC. Es un factor importante en los modelos hidrológicos para estimar caudales y modelos de escorrentía y precipitación.

Este contenido forma parte del Geolodía 2024 de Ávila en Cepeda la Mora, Ávila (España).

Bibliografía

GEOLODÍA 23. Cuando el río suena… ¿Cuánta agua lleva?

En Arévalo tienen su encuentro el río Adaja y su afluente el Arevalillo. Entre ambos drenan un área de casi 2.000 km2, pero sin la interacción con el subsuelo acabarían totalmente secos tras apenas dos días sin precipitaciones. La participación de las aguas subterráneas, la Geología, la evapotranspiración de las plantas o la presencia de embalses y lagunas condicionan el volumen de agua que acaba saliendo por el río y a qué ritmo lo hace.

Los Modelos Digitales del Terreno (MDT) son archivos que contienen datos de elevación de la superficie en un mapa de píxeles, estos nos permiten hacer una radiografía completa de estas cuencas de drenaje gracias a las diferencias de altitud entre píxeles. En la figura 1 vemos cómo cada punto de la red se ha coloreado en función del área drenada, es decir, en función del número de píxeles que llegan a él desde una altitud mayor. El Adaja recibe la mayor parte de sus aportes aguas arriba de la ciudad de Ávila, además en sus cursos altos las precipitaciones son mucho mayores, así que la mayor parte del caudal proviene de estas zonas.

Si cada gota de lluvia que cayese sus cuencas de drenaje acabase en los ríos, en Arévalo el Arevalillo llevaría un caudal medio de 9 m3/s y el Adaja de 25 m3/s ¡El caudal medio del Tormes en Salamanca!. Sin embargo, sin la interacción con el subsuelo estos caudales serían muy irregulares, muy elevados los días de lluvia, y con los cauces secos los días sin lluvia. La evaporación y evapotranspiración reduce el caudal del Adaja en un 75%. En el Arevalillo esta reducción es mucho más acusada, y es que es una cuenca muy particular, con zonas donde la red de drenaje no se ha organizado y existen cuencas endorreicas desconectadas del río, como es el caso de la Laguna de El Oso.

Las modelizaciones combinando los MDTs con la información climática, como la precipitación máxima diaria, nos permite, por ejemplo, calcular el peligro de inundación simulando lluvias torrenciales sobre este terreno. Como vemos en el mapa de la figura 2, en Arévalo este peligro no se traduce en un riesgo importante para la población, ya que las zonas expuestas al peligro no están pobladas ni cuentan con actividad económica.

Este contenido forma parte del Geolodía 2023 de Ávila en Arévalo, Ávila (España).

GEOLODÍA 23. Las terrazas colgadas del Adaja

Para que una corriente de agua erosione un valle fluvial se necesita un tiempo de evolución. En ese tiempo:

  1. Primero comienza a tallar la roca y predomina la erosión vertical.
  2. Después se van dibujando en el terreno los canales secundarios que conforman el área de drenaje de esa corriente.
  3. Y así sucesivamente, hasta llegar a sus interfluvios, los límites de la cuenca hidrográfica.

En una fase inicial, predomina la erosión vertical, pero los factores tectónicos o climáticos pueden hacer que esto cambie.

Cuando la energía de transporte no es suficiente para evacuar toda la carga, se colmata (se rellena) el cauce con sedimentos, formando así llanuras aluviales.

Mientras que en los períodos de mayor energía, la erosión excava en esos sedimentos encajando cada vez más el lecho del río. 

El resultado en el paisaje son terrazas colgadas adosadas a los márgenes, quedando topográficamente por encima las más antiguas sobre las más modernas.

Esquema de las 'terrazas colgantes' del río Adaja que se pueden observar desde el Mirador de Arévalo.
Esquema de las ‘terrazas colgantes’ del río Adaja que se pueden observar desde el Mirador de Arévalo.

Este contenido forma parte del Geolodía 2023 de Ávila en Arévalo, Ávila (España).

GEOLODÍA 23. ¿Dónde están los sedimentos que no llegan al mar?

Colmatación de presas y erosión de deltas, la amenaza de un problema invisible

También tienes este artículo en formato audio. Escúchalo aquí:

Buscar lo diferente es observar; buscar lo común es comprender. Encontrar detalles diferentes es reunir datos, encontrar esencias comunes es crear conocimiento. 

El gozo intelectual. Jorge Wagensberg, 2007

¿Qué es un río?

Según la Real Academia Española, un río es una corriente de agua continua y más o menos caudalosa que va a desembocar en otra, en un lago o en el mar.

Si nos ceñimos a esta definición debemos asumir que la mayoría de nuestros ríos en realidad no lo son, pues el agua no discurre libremente y de forma continua por sus cauces. Esto es lo que afirman los datos recopilados por el proyecto AMBER (acrónimo en inglés de gestión adaptativa de barreras en ríos europeos).

El número de obstáculos censados en ríos españoles alcanza ya los 30.000, una cifra que según los expertos podría multiplicarse por seis cuando el conteo esté terminado. Sabiendo que nuestro país tiene unos 187.000 kilómetros de río, estaríamos hablando de algún tipo de barrera a cada kilómetro.

Así pues los ríos españoles avanzan hacia el mar, pero lo hacen a trompicones.

El río Arevalillo a su paso por Arévalo (Ávila). Como podemos ver el cauce está intervenido a cada pocos metros por diferentes infraestructuras. En primer término el molino de Valdeláguilas (también llamado de Valencia o Quemado), el Puente de los Barros y al fondo el Puente de Medina. Foto: Gabriel Castilla.
El río Arevalillo a su paso por Arévalo (Ávila). Como podemos ver, el cauce está intervenido a cada pocos metros por diferentes infraestructuras. En primer término el molino de Valdeláguilas (también llamado de Valencia o Quemado), el Puente de los Barros y al fondo el Puente de Medina. Foto: Gabriel Castilla.

¿Por qué tantos obstáculos?

España es el país de Europa con mayor número de presas cuya pared supera los 15 metros de altura. Y si bien estas obras son las que tienen un mayor impacto sobre el cauce y el territorio circundante de un río, la gran mayoría de las barreras son pequeñas obras ya en desuso: rampas, presas, azudes (donde a diferencia de las presas el agua rebosa por encima), pequeños puentes, molinos harineros o antiguas centrales hidroeléctricas que interrumpen la circulación natural del agua, de los sedimentos y de las especies que viven en el cauce y la rivera.

Las razones por las que se han construido este tipo de barreras son diversas. Las grandes presas, por ejemplo, cumplen varias funciones:

  1. Sirven como almacén de agua potable.
  2. Ayudan a controlar las crecidas de los ríos, evitando inundaciones en los valles y las llanuras.
  3. Permiten obtener energía hidroeléctrica.
Vista general del Molino de Valencia y la represa que afecta al río Arevalillo en Arévalo (Ávila). Imagen de Gabriel Castilla.
Vista general del Molino de Valencia. Tradicionalmente la fuerza del agua se ha usado para mover norias, molinos y turbinas. Para ello suele ser necesario represar el agua y hacerla caer por un canal estrecho que aumenta la presión, como cuando taponamos parcialmente la boca de un grifo o de una manguera con un dedo. Foto: Gabriel Castilla.

Una trampa para el sedimento

Como acabamos de ver, las presas que encontramos en los cauces tienen o tuvieron una utilidad, pero su ejecución y permanencia implican unas consecuencias que no siempre son evidentes.

Una presa es una barrera (normalmente) artificial que frena, impide o regula el paso de una corriente de agua.

Cuando un río se frena, pierde energía cinética bruscamente y con ello su capacidad de transportar sedimentos, tanto en el fondo de la corriente (los materiales más pesados, principalmente arena, grava y cantos) como en suspensión (fundamentalmente arena fina, arcilla y limo).

El resultado es una alteración de la pendiente longitudinal del cauce, lo que afecta a la dinámica geomorfológica del río hasta la desembocadura.

Una de las consecuencias del estancamiento del agua en un entorno rico en nutrientes es la eutrofización, como en este caso junto al Molino de Valencia. Al disponer de gran cantidad de alimento las algas crecen sin control, consumiendo el oxígeno del medio e impidiendo la entrada de radiación ultra violeta en el agua. El resultado es la muerte de organismos aerobios (peces, crustáceos, anfibios, etc.) por anoxia, un incremento de bacterias anaerobias y la concentración de gases nocivos (como óxidos de nitrógeno y metano). Foto: Gabriel Castilla.
Una de las consecuencias del estancamiento del agua en un entorno rico en nutrientes es la eutrofización, como en este caso junto al Molino de Valencia. Al disponer de gran cantidad de alimento, las algas crecen sin control, consumiendo el oxígeno del medio e impidiendo la entrada de radiación ultravioleta en el agua. El resultado es la muerte de organismos aerobios (peces, crustáceos, anfibios, etc.) por anoxia, un incremento de bacterias anaerobias y la concentración de gases nocivos (como óxidos de nitrógeno y metano). Foto: Gabriel Castilla.

Desde el punto de vista ecológico esta barrera supone una modificación del transporte de nutrientes y de la materia orgánica, afectando a la calidad del agua y favoreciendo la eutrofización.

Y desde un punto de vista geológico, la zona embalsada se transforma en una trampa que captura sedimento. Esto tiene dos consecuencias:

  1. La primera es que aguas arriba el cauce se hace más estrecho y la vegetación coloniza zonas que anteriormente estaban activas.
  2. Y la segunda es que el vaso de la presa poco a poco se va rellenando de sedimentos hasta que queda colmatado de barro en vez de agua.
La presa del molino hace de barrera para el sedimento, que queda atrapado aguas arriba. En consecuencia el cauce del río Arevalillo se estrecha y es ocupado por la vegetación. Foto: Gabriel Castilla.

La colmatación de presas es un problema poco conocido pero que tiene graves consecuencias en un país como España, que padece sequías recurrentes y es  vulnerable a la desertización.

Según los datos disponibles,  la tasa de aterramiento (acumulación de tierras, lodo o arena en el fondo de una depresión por acarreo natural o voluntario) en los embalses españoles ronda los 100 hm3 al año, lo que se traduce en que cada 50 años perdemos unos 5.000 hm3 de capacidad de almacenamiento de agua dulce. Esta cantidad equivale al consumo de agua potable de toda la población de nuestro país durante 3 años.

Mapa digital del terreno donde se aprecia como la presa del Molino de Valencia hace de barrera que modifica el cauce. Aguas arriba el relieve es menos acusado (color verde) porque está relleno de sedimentos, mientras que aguas abajo el río ha erosionado el cauce (color azul) precisamente por la falta de sedimentos. Autor: Javier Pérez Tarruella.
Mapa digital del terreno donde se aprecia como la presa del Molino de Valencia hace de barrera que modifica el cauce. Aguas arriba el relieve es menos acusado (color verde) porque está relleno de sedimentos, mientras que aguas abajo el río ha erosionado el cauce (color azul) precisamente por la falta de sedimentos. Autor: Javier Pérez Tarruella.

Las principales modificaciones que sufren los cauces situados aguas abajo de los embalses pueden ser tanto de incisión como de sedimentación. La erosión se produce porque la presa retiene la mayor parte del sedimento que circulaba por el río en condiciones naturales. El agua que la presa libera durante crecidas erosiona el lecho aguas abajo pero no aporta nuevos sedimentos, por lo que el balance sedimentario del río entra en una fase de desequilibrio.

¿Sabías que la cantidad de sedimento que queda atrapado en los embalses españoles cada 50 años equivale a unas 4 toneladas de arena y arcilla por cada español al año?

Rompiendo el equilibrio

La desembocadura es el lugar donde un río pierde de manera natural su capacidad de carga. Es aquí, normalmente ya cerca del mar, donde deposita tanto los sedimentos más finos como los nutrientes que ha transportado durante todo su viaje. Si la cantidad de sedimentos que llegan a la costa es alta y tanto las corrientes como el oleaje no los dispersan, entonces se forma un delta.

Los deltas se caracterizan por ser lugares húmedos muy ricos en nutrientes, lo que los convierte en “edenes de biodiversidad”. Además, históricamente han destacado por ser terrenos muy fértiles de gran interés agrícola. En el caso del delta del Nilo, probablemente el ejemplo mejor conocido, la evidencia arqueológica señala que se lleva explotando agrícolamente de forma ininterrumpida desde hace al menos 7.000 años.

El delta del Ebro antes (15 de enero, izquierda) y después (21 de enero, derecha) del paso de la Borrasca Gloria en el año 2020. El delta no desapareció pero durante unos días buena parte de su superficie quedó cubierta por una lámina de agua (color azul) como consecuencia de las fuertes lluvias y del oleaje. La borrasca causó importantes daños en una zona de gran valor ecológico, social y económico. La falta de aporte de sedimento hace que el delta sea una región especialmente vulnerable a las fuertes tormentas. Imagen: satélite SENTINEL HUB-01.
El delta del Ebro antes (15 de enero, izquierda) y después (21 de enero, derecha) del paso de la Borrasca Gloria en el año 2020. El delta no desapareció pero durante unos días buena parte de su superficie quedó cubierta por una lámina de agua (color azul) como consecuencia de las fuertes lluvias y del oleaje. La borrasca causó importantes daños en una zona de gran valor ecológico, social y económico. La falta de aporte de sedimento hace que el delta sea una región especialmente vulnerable a las fuertes tormentas. Imagen: satélite SENTINEL HUB-01.

En España el caso más emblemático es el delta del río Ebro, actualmente en retroceso y en grave riesgo de desaparecer.

El principal motivo es la falta de aporte de sedimentos, pues de los 20 millones de toneladas que alcanzaban la meta del curso fluvial antes de los pantanos de Mequinenza, Riba-roja d’Ebre y Flix han quedado reducidos a 90.000 toneladas. O dicho de otro modo: el 99% del sedimento fino que debería alimentar el delta queda atrapado en los vasos de las presas y en las modificaciones del cauce que éstas provocan.

Bibliografía

  • AMBER Consortium (2020). Atlas de la Barrera AMBER. Una base de datos paneuropea de barreras artificiales. Versión 1.0.
  • Cobo, R. (2008). Los sedimentos de los embalses españoles. Ingeniería del Agua, Vol. 15, No 4, pp. 231-241.
  • Elcacho, J. (2020). [Efectos de la borrasca Gloria] ¿Ha desaparecido por completo el delta del Ebro bajo las aguas? La Vanguardia, 22 de enero de 2020.
  • Europa Press Data. La situación del agua en España y en el mundo, en gráficos [Datos actualizados el 27 de julio de 2022]. Fuentes: INE y FAO.
  • Martínez Salvador, A. et al (2015). Estimación de aportes de sedimentos a embalses de pequeñas cuencas mediterráneas mediante GeoWEPP. Ensayo en la cuenca vertiente del río Mula al embalse de la Cierva (Cuenca del río Segura). Limnetica, 34 (1), pp. 41-56.
  • Miranda, D. (2022) Delta del Ebro, un edén de biodiversidad. National Geographic España.
  • Vericat. D. y Batalla, R.J. (2004). Efectos de las presas en la dinámica fluvial del curso bajo del río Ebro. Revista C & G, No 18 (1-2), pp. 37-50.

Este contenido forma parte del Geolodía 2023 de Ávila en Arévalo, Ávila (España).

La naturaleza fractal de las redes fluviales

El mundo está construido a partir de unas pocas piezas básicas que siguen reglas estrictas, aunque extrañas y nada familiares.

Las diez claves de la realidad. Frank Wilczek, 2022

¿Por qué hay ríos con forma de árbol?

Muchos ríos y torrentes se caracterizan por presentar un patrón geométrico dendrítico similar a las ramas de un árbol (dendron significa árbol en griego), donde el canal principal recuerda al tronco mientras que los afluentes se asemejan a las ramas superiores.  

A simple vista este patrón muestra un aspecto caótico, con ramificaciones extendiéndose en cualquier dirección. Sin embargo, bajo esta aparente aleatoriedad se esconden algunas reglas básicas de la Naturaleza, y para desentrañarlas es necesario enfocar el problema desde tres puntos de vista:

1. Geología

2. Geometría

3. Termodinámica

Figura 1. Nervadura de una hoja en descomposición, ramas de un árbol y red de afluentes de los ríos Duero y Ebro. Tres ejemplos de patrón dendrítico a diferentes escalas. Imágenes de Gabriel Castilla.

1. Cuando el azar se cruza con la Geología

Uno de los principales agentes modeladores de paisajes es el agua que, cuando se desplaza por la superficie terrestre como consecuencia de la lluvia o el deshielo, configura un patrón de drenaje impulsado por la fuerza de la gravedad.

Desde que se produce el impacto de las gotas de lluvia sobre el terreno hasta que se forman pequeños regueros y canales por la erosión, son muchas las variables que pueden entrar en juego, pues la erosión es un proceso que depende del azar a muchas escalas.

Figura 2. La lluvia no siempre erosiona homogéneamente una superficie sedimentaria, pues algunos cantos rodados, distribuidos al azar, pueden actuar como pequeños paraguas (izquierda) que condicionan el camino que inicialmente puede seguir la corriente. Poco a poco el agua escurre y va incidiendo en el terreno hasta que logra encauzarse en pequeñas canaladuras (centro) y regueros (derecha) que, como se puede apreciar en la imagen, ven alterada su distribución espacial por la presencia de obstáculos, en este caso raíces (derecha).
Figura 2. La lluvia no siempre erosiona homogéneamente una superficie sedimentaria, pues algunos cantos rodados, distribuidos al azar, pueden actuar como pequeños paraguas (izquierda) que condicionan el camino que inicialmente puede seguir la corriente. Poco a poco el agua escurre y va incidiendo en el terreno hasta que logra encauzarse en pequeñas canaladuras (centro) y regueros (derecha) que, como se puede apreciar en la imagen, ven alterada su distribución espacial por la presencia de obstáculos, en este caso raíces (derecha). Imágenes de Gabriel Castilla.

Pero más allá de la inicial concatenación de factores aleatorios (cantos, raíces, etc.), hay tres variables que condicionan la forma de una red de drenaje:

  1. El clima, que controla la cantidad e intensidad de la lluvia durante los episodios de tormenta, y por tanto la cantidad de agua que circula por la red.
  2. La litología, que condiciona la resistencia de las rocas y el sedimento a la erosión, pues los materiales blandos, permeables o poco consolidados permiten que el agua se abra paso con más facilidad.
  3. La tectónica, que determina desde las fracturas del terreno por donde se encauza el agua con más facilidad, hasta los cambios en el nivel de base (la desembocadura) hacia donde se desplaza el agua, normalmente depresiones del terreno o el nivel del mar. El descenso del nivel de base provoca un fenómeno conocido como erosión remontante (ver Figura 3), un proceso que favorece el crecimiento de la red de afluentes en la zona de cabecera.
Figura 3. El motor que impulsa el agua por una pendiente es la gravedad (izquierda). Un cambio en el nivel de base de un río o un torrente supone un aumento de la energía potencial del fluido. El agua salva esta diferencia con un aumento de la energía cinética (gana velocidad porque ha ganado altura). El resultado es un aumento de la erosión en sentido opuesto a la pendiente, o sea, remontando la corriente. Esto se traduce en una mayor incisión del agua, un lavado del sedimento que soporta las raíces de los árboles (centro) y el crecimiento de los canales en la zona de cabecera (derecha). Imágenes de Gabriel Castilla.

Como vemos, la configuración final de la red de drenaje parece ser un reflejo del sustrato geológico (litología y tectónica) junto con el  clima y el azar.

Los datos bibliográficos señalan que de las múltiples configuraciones posibles el patrón dendrítico es el más frecuente de todos, y éste suele desarrollarse sobre materiales que presentan una resistencia homogénea a la erosión.

Figura 4. Los tres patrones de drenaje más frecuentes: patrón angular (izquierda), que está condicionado por la existencia de un sistema de fracturas perpendiculares; patrón dendrítico (centro), que se desarrolla sobre terreno sedimentario blando y homogéneo o sobre batolitos; y patrón rectangular (derecha), muy frecuente en terrenos donde se intercalan capas duras y blandas.
Figura 4. Los tres patrones de drenaje más frecuentes: patrón angular (izquierda), que está condicionado por la existencia de un sistema de fracturas perpendiculares; patrón dendrítico (centro), que se desarrolla sobre terreno sedimentario blando y homogéneo o sobre batolitos; y patrón rectangular (derecha), muy frecuente en terrenos donde se intercalan capas duras y blandas.

2. Cuando el azar y la Geología se cruzan con la Geometría

En 1975 el matemático Benoît Mandelbrot acuñó el término fractal para referirse a aquellos patrones geométricos irregulares que se repiten a múltiples escalas. Desde este enfoque todas las redes fluviales dendríticas se consideran fractales, y por tanto se pueden expresar con lenguaje matemático.

Figura 5. Mapa que muestra la red de drenaje del torrente y las cárcavas de Villaflor (Ávila). El conjunto muestra un patrón dendrítico similar a diferentes escalas, desde los canales principales de mayor tamaño (en naranja y amarillo) hasta los afluentes más pequeños (azules y grises). Esta autosemejanza multiescalar es una característica propia de los fractales. Mapa elaborado por Javier Pérez Tarruella.
Figura 5. Mapa que muestra la red de drenaje del torrente y las cárcavas de Villaflor (Ávila). El conjunto muestra un patrón dendrítico similar a diferentes escalas, desde los canales principales de mayor tamaño (en naranja y amarillo) hasta los afluentes más pequeños (azules y grises). Esta autosemejanza multiescalar es una característica propia de los fractales. Mapa elaborado por Javier Pérez Tarruella.

Cualquier red de drenaje tiene una dimensión fractal (D), un valor numérico que se obtiene al relacionar las bifurcaciones (ramificaciones más o menos complejas) de la maraña de canales que lo forman respecto a su longitud total.

Según los datos bibliográficos, la mayoría de las redes dendríticas presentan dimensiones fractales comprendidas entre 1.6 y 1.8

¿Esto qué significa?

  • De forma intuitiva entendemos que las líneas abiertas y curvas que dibujamos sobre un papel tienen una sola dimensión y por tanto un valor D=1;
  • mientras que las formas cerradas que dibujamos en dos dimensiones (el área de un círculo o un cuadrado, por ejemplo) tienen un D=2;
  • y los cuerpos tridimensionales (con volumen) presentan un D=3.

Sin embargo, aunque existen objetos que pueden alojarse en espacios bidimensionales (2D) o tridimensionales (3D), su dimensión espacial no es necesariamente 2 o 3.

Figura 6. Representación de la dimensión fractal (D) para objetos de una, dos y tres dimensiones. Las nervaduras lineales de una hoja siguen un patrón dendrítico que tiende a rellenar una superficie, lo que le otorga una dimensión fractal comprendida entre 1 y 2.
Figura 6. Representación de la dimensión fractal (D) para objetos de una, dos y tres dimensiones. Las nervaduras lineales de una hoja siguen un patrón dendrítico que tiende a rellenar una superficie, lo que le otorga una dimensión fractal comprendida entre 1 y 2.

Las formas geométricas de gran complejidad adoptan valores fraccionarios de D (de ahí el término fractal, que literalmente significa roto o quebrado).

Una red fluvial similar a las nervaduras de una hoja muestra un patrón geométrico dendrítico que tiende a extenderse por el terreno hasta ocupar la mayor superficie posible.

¿Por qué?

3. Cuando el azar, la Geología y la Geometría se cruzan con la Termodinámica

Los ríos y torrentes que configuran la red de drenaje de una cuenca son sistemas termodinámicos, es decir, partes del Universo que podemos individualizar para estudiarlos desde el punto de vista de la energía, el calor y el movimiento.

En este contexto, y de forma muy simple, se podría decir que las redes de drenaje dendríticas se rigen por una única norma: la tendencia de todo sistema a alcanzar un equilibrio termodinámico, es decir, un estado de máxima entropía o desorden. Esta norma es el Segundo Principio de la Termodinámica y rige el destino de cualquier sistema cerrado y en equilibrio térmico del Universo.

Sin embargo, los ríos no pueden alcanzar este equilibrio porque son sistemas abiertos que intercambian materia y energía con su alrededor: entra agua (materia) periódicamente por tormentas, deshielo o escorrentía subterránea;  y disipan mucha energía en forma de calor debido a la fricción del agua con la superficie del terreno.

Puesto que el sistema río no puede alcanzar el equilibrio termodinámico, se conforma con la segunda mejor opción posible: lograr un equilibrio dinámico de flujo en el que se pierda la menor cantidad de energía posible. Desde este punto de vista, la forma fractal de una red de drenaje es el reflejo de este equilibrio o balance entre los factores que hacen que el sistema “pierda” energía y los que permiten “ahorrar” energía.

Figura 7. La energía disipada por la fricción del agua sobre el sedimento aumenta con la distancia recorrida y con la superficie de rozamiento; pero disminuye con el volumen de agua que transporta. Es por ello que cuando varias corrientes menores se funden en otra de mayor tamaño, la energía disipada del sistema disminuye, y esto la hace termodinámicamente más estable. Este es el origen de la jerarquización de una res de drenaje, desde pequeñas cárcavas (izquierda), pasando por la unión de varios canales (centro) y el desarrollo de canales de mayor tamaño y profundidad (derecha). Imágenes de Gabriel Castilla.
Figura 7. La energía disipada por la fricción del agua sobre el sedimento aumenta con la distancia recorrida y con la superficie de rozamiento; pero disminuye con el volumen de agua que transporta. Es por ello que cuando varias corrientes menores se funden en otra de mayor tamaño, la energía disipada del sistema disminuye, y esto la hace termodinámicamente más estable. Este es el origen de la jerarquización de una red de drenaje, desde pequeñas cárcavas (izquierda), pasando por la unión de varios canales (centro) y el desarrollo de canales de mayor tamaño y profundidad (derecha). Imágenes de Gabriel Castilla.

Ahora ya conocemos los tres factores que subyacen bajo el aparente caos de las redes de drenaje dendríticas: Geología, Geometría y Termodinámica; y por tanto estamos en condiciones de retomar la pregunta de partida pero con una pregunta más certera:

¿Cómo llega un río o un torrente a desarrollar un patrón dendrítico fractal?

El sistema de drenaje parte de una configuración inicial condicionada por el azar sobre un determinado sustrato geológico y poco a poco va probando las diferentes posibilidades energéticas.

Las posibilidades que resultan más favorables al ahorro de energía “sobreviven” durante más tiempo, mientras que las más alejadas del equilibrio tienden a desaparecer.

Con el paso del tiempo se establece un sistema complejo de naturaleza fractal que fluctúa (equilibrio dinámico) en torno a un estado ideal de mínima pérdida (disipación) de energía.

4º Si no hay factores geológicos (tectónicos, litológicos) que condicionen fuertemente el desarrollo de la red de drenaje, la forma arborescente tiende a ser la más estable termodinámicamente.

Este es uno de los contenidos del Geolodía 2022 de Ávila. ¡No te lo pierdas en directo el domingo 8 de mayo 2022 en Villaflor!

Bibliografía

  • García, M. y Fairén, V. (1980). Estructuras disipativas. Algunas nociones básicas /1. El Basilisco, Nº 10, mayo-octubre, pp. 8-13
  • Gutiérrez Elorza, M. (2008). Geomorfología. Pearson Educación, Madrid.
  • Mandelbrot, B. (1997). La geometría fractal de la naturaleza. Tusquets, Barcelona.
  • Martínez, F.; Ojeda, J. A. y Manríquez, H. (2020). Morfometría y Fractalidad en Redes de Drenaje de Cuencas Chilenas. Conferencia del XXIV Congreso Chileno de Ingeniería Hidráulica.
  • Ramírez-Hernández, R.; Rodríguez-Infante, A. y Ordaz-Hernández, A. (2017). Dimensión fractal de redes de drenaje controladas estructuralmente en cuencas hidrográficas de Pinar del Río, Cuba. Minería y Geología, Vol. 33 (2), pp.163-176.
  • Schlichting, H. J. (2015). La geometría de las redes fluviales. Investigación y Ciencia Nº 463 (abril), pp. 84-86.
  • Strahler, A. N. y Strahler, A. H. (1994). Geografía Física. Ediciones Omega, Barcelona.
  • Zucarelli, G. V. y Tabernig, D. (2009). Análisis Fractal de la Red de Drenaje del Arroyo Feliciano (Entre Ríos, Argentina). Cuadernos del CURIHAM, Vol. 15, pp. 31-42.

VÍDEO | La montaña vaciada. El abanico aluvial de candeleda (ávila)

Humedales en tierras de labor

Texto y gráficos – Fina Muñoz

Imágenes – Gabriel Castilla

El paisaje que puede verse al dar un paseo por los alrededores de El Oso, en Ávila, es un relieve bastante llano con una red de drenaje apenas marcada por las curvas de nivel del terreno.

El agua de lluvia se acumula en pequeñas lagunas sin salida a ningún cauce o lago y se va desecando por infiltración lenta junto a ciclos diurnos de evaporación. En períodos de estiaje, el embalsamiento deja zonas encharcadas con agua que se va enriqueciendo en sales. Estas sales proceden de la propia lluvia y del lavado de los materiales de alrededor que arrastra sales disueltas.

Lagunas endorreicas de La Moraña

A este tipo de humedal lo denominamos habitualmente como lagunas endorreicas (fig. 1). Es decir, son cuencas continentales donde la superficie del terreno corta al nivel freático y el aporte de agua se debe a la escorrentía superficial cuando llueve.

Figura 1: Modelo conceptual de la laguna endorreica de El Ejido, en el término municipal de Riocabado.

¿SABÍAS QUE…? La geografía española del interior de la península está salpicada por este tipo de lagunas. Algunas de las más conocidas: Villafáfila (Zamora), Gallocanta (Aragón), Pétrola (Albacete) o del Hito (Cuenca).

En el caso de la Moraña, la interacción con las aguas subterráneas es mínima o nula. La tendencia natural de estas lagunas es a la colmatación con los sedimentos (Martín et al., 2010), que acabarán rellenando la cuenca.

La laguna del Ejido, en Riocabado

La etimología latina del nombre de la laguna del Ejido (exitus: salida) se relaciona con un terreno colectivo, indiviso, sin posibilidad de venderse o heredarse situado en las afueras de un pueblo. En las sucesivas series cartográficas de la Dirección General del Instituto Geográfico y Catastral de los años 1941, 1989 y 2015 se pueden ver ligeros cambios de los límites (Fig. 2) de la laguna del Ejido.

Fig. 2. Cartografía de la laguna del Ejido en los años señalados. (Fuente: CNIG)

Sin embargo, en las diferentes ortoimágenes del Instituto Geográfico Nacional de los años 1956, 2000 y 2015 (Fig. 3) se aprecia cómo los terrenos de la laguna siempre se han mantenido sin arar y el perímetro apenas si ha variado.

Fig. 3. Ortoimagen de la laguna del El Ejido en los años señalados. (Fuente: CNIG)

Desecación por drenaje

Al igual que en otras zonas húmedas de España, los humedales de La Moraña han sufrido una modificación a cargo de manos humanas. Un claro ejemplo son los canales excavados por debajo de la superficie freática para drenar los terrenos encharcados y ganar terrenos agrícolas. De la misma manera, en los bordes de los caminos que sirven de vías de acceso se drenan los campos alrededor de la laguna del Ejido (figura 4). Los canales con trazados rectilíneos como el Arroyo de los Collados o el Reguero de San Juan aprovechan líneas de máxima pendiente hacia los puntos más deprimidos de la topografía para facilitar así la evacuación del agua.

Figura 4. Canal de drenaje y aguas encharcadas al borde del camino cerca de la laguna del Ejido, en Riocabado.

Cómo se mantiene el agua en un sustrato arenoso

En este humedal el régimen natural de inundación depende tanto de las condiciones climáticas como de la relación entre las rocas que hay en profundidad. Como si fuera el fondo impermeable de una piscina que retiene el agua, el sustrato arenoso dunar empapado sobre el que se asientan las lagunas está contenido en un vaso de rocas de baja permeabilidad: las areniscas arcillosas del Mioceno. Esta capa situada por debajo de las arenas dunares frena el drenaje rápido de las aguas estancadas en la superficie (ver fig. 1).

Las arenas dunares conforman el acuífero de Los Arenales que se sitúa entre el sur del Duero y el Sistema Central con casi una extensión de 7600 km2 (IGME, 1999) y un espesor no superior a los 20 m (Navarro et al, 1993). Tienen mayor porosidad y son más permeables que las areniscas arcillosas del Mioceno que no transmiten el agua con facilidad.

Para saber más sobre el mar de dunas de La Moraña.

Qué pasa cuando se desecan las lagunas

Al desaparecer el humedal, las plantas que aparecen en algunos sectores son halófilas (Martín et al, 2010), es decir, tienen afinidad por un sustrato salino, depositado por el agua que ha sido evaporada. Tras largos períodos sin lluvia, estos suelos arcillosos quedan cuarteados con grietas de retracción y un tapizado vegetal ya deshidratado (fig. 5 y 6). Entre la población local, estas zonas son denominadas saladares o salobrales.

Figura 5. Grietas de desecación en suelo areno-arcilloso.
Figura 6. Tapiz de algas secas en el saladar, cerca de El Oso (Ávila).

En el Geolodía 2019 veremos, además del funcionamiento de las lagunas endorreicas, cómo en la zona se abastecen de agua potable sin que ello afecte al hábitat natural de las aves en la laguna de El Oso. ¡No te lo pierdas!

Recursos docentes relacionados

RECURSO DIDÁCTICO. Temas y prácticas de hidrogeología e hidrología superficial

RECURSO DIDÁCTICO. Serie documental que repasa cuestiones fundamentales del agua subterránea

Referencias

Reconciliando la tradición oral de las «vejigas» con la geología y el estudio de los riesgos naturales I

Autor – Javier Élez

Muchos habréis escuchado el relato de nuestros mayores cuando contaban que había «vejigas» llenas de agua en el interior de la montaña que «explotaban» y movían enormes cantidades de agua y piedras, en ocasiones causando daños a poblaciones y propiedades.

Sin embargo, y tal como apunta Alberto Martín en el comentario que nos hizo llegar en Facebook, la montaña -el Sistema Central en la zona de Ávila- está constituida fundamentalmente por granito. El granito es un material muy poco dado a generar grandes cavidades en su interior, en las condiciones atmosféricas actuales se disuelve muy despacio. Es difícil entender cómo en una roca fundamentalmente impermeable se puede acumular agua en grandes cantidades y que por algún tipo de sobrepresión termine explotando y provocando una inundación.

Desde la geología podemos contaros algunos de los fenómenos naturales que suceden en las zonas de alta montaña desde un punto de vista científico y que esperamos que reconcilie esta tradición oral de las «vejigas» con la ciencia moderna.

Este intento de reconciliación viene de lejos. Los naturalistas trataron de explicar ya hace años estos fenómenos.

Nicolás de la Fuente Arrimadas escribe en 1926 en su “Fisiografía e historia del Barco de Ávila”:

“Obsérvase también en estas sierras otro importante fenómeno de destrucción: las vejigas o vejigones. Aparecen después de grandes nevadas y lluvias, las cuales se infiltran entre las rocas que tienen cubiertas sus hoquedades sólo por terrenos modernos; se depositan allí, van lentamente socavando el bloque granítico más inferior a estas aguas infiltradas, y por su gran peso, y haciendo mucha presión, rompen, lanzan a lo mejor en un día claro, todo el bloque, produciendo un estampido que las gentes del país distinguen bien del trueno; precipitanse las aguas desde la cima o sitios de la vejiga y todo lo destruyen, arrancando peñascos, árboles y prados, y dejando barrancadas como la que se observa al N. E. del Tormal o Cabeza del Muladar. Resulta una gran hoquedad en el sitio en que se rompe la vejiga, socavada desigualmente en el granito, hasta de 90 metros de profundidad, por acumularse en algunas, como en el vejigon de Amar de la Torre (Escorial) sus 300 000 quintales de agua, y arrastrando peñas de más de 400 quintales de peso”.

Para dimensionar bien lo que describe Nicolás de la Fuente hay que saber que:

  • Un quintal español equivale a prácticamente 46 kg. Por tanto, 300.000 quintales de agua equivalen a 13.802 toneladas de agua.
  • Además, una peña de 400 quintales equivale a 18,4 toneladas y esto son unos 7 m3 de granito más o menos.

Poca broma…

Las «vejigas» de las que nos habla la tradición oral no son cavidades de agua en el interior de la montaña que explotan. Sin embargo, tienen una explicación relativamente sencilla y como veréis bastante lógica desde el punto de vista de la Geología y en el contexto de dinámicas de alta montaña.

Cómo se desencadena

Una sucesión de acontecimientos tipo (inspirada en los trabajos de Bodoque y colaboradores de 2007 y Villanueva y colaboradores de 2011), sería:

1.Llueve de forma muy importante y rápida (o nieva) sobre las partes más altas de la montaña. Se produce lo que se denomina un evento torrencial de elevada magnitud.

2. En las zonas de mayor pendiente y donde el granito no está descarnado, la ladera de la montaña todavía puede tener una cubierta compuesta por una cierta vegetación sobre un manto de alteración de bastante espesor y que suele incorporar bloques grandes de granito, a veces con un canchal encima. Es una zona muy porosa y aquí es donde el agua se infiltra y se acumula.

3. La alta pendiente y el peso adicional del agua hacen que una parte de la ladera de la montaña se desequilibre gravitacionalmente y se deslice cuesta abajo. La masa deslizada está compuesta fundamentalmente por el manto de alteración junto con un volumen importante de agua infiltrada.

4. La masa de material que se desliza es por tanto una amalgama de agua y rocas. Además, el agua que contiene hace de lubricante para que el manto de alteración deslice sobre el granito menos alterado que se encuentra por debajo. Como la pendiente es muy alta, el material deslizado incrementa mucho su velocidad y se comporta como un flujo hiperconcentrado (flujo no newtoniano en términos físicos), una pasta de barro, agua y rocas en la que la mayor parte son los sólidos.

5. El material cae cuesta abajo de forma muy rápida, encauzándose en alguno de los regueros existentes y arrasando todo a su paso.

6. Cuando la pendiente disminuye ladera abajo, el flujo pierde velocidad y termina parándose. Los bloques mayores se quedan aquí, lo que incluye a los de «400 quintales de peso». Es en ese momento cuando el agua empieza a escapar de la masa deslizada. La cantidad de agua es muy importante y aunque se ha frenado por la pérdida de pendiente sigue teniendo bastante velocidad con lo que arrastra la arena y el barro (los materiales más ligeros) y continúa avanzando cuesta abajo arrasando de nuevo todo a su paso, como los árboles que va encontrando.

7. Este volumen de agua enorme termina inundando las zonas más bajas, arrastrando troncos de árboles y moviéndose hasta encontrar un cauce mayor aguas abajo en donde encauzarse.

Animación simplificada del funcionamiento de una «vejiga» o flujo hiperconcentrado en relación con deslizamientos gravitacionales.

Para saber más sobre cómo se produce la alteración del granito: Las formas del granito: el berrocal

La tradición y la explicación

Al final un deslizamiento en la zona alta provoca una inundación en las zonas más bajas de la montaña.

Comparando con la tradición oral de las «vejigas», podemos explicar la cantidad de rocas que se mueven y su gran tamaño, ya que caen cuesta abajo por zonas de mucha pendiente. También la marca clara del lugar donde «revienta» la «vejiga», que es donde queda la cicatriz del deslizamiento gravitacional inicial. El estampido sería el ruido de los bloques de granito de gran tamaño golpeándose entre ellos y contra el suelo mientras caen cuesta abajo a toda velocidad.

Este proceso también explica una característica observada por los habitantes de la Sierra y es que el fenómeno de las «vejigas» a veces se produce incluso un par de días después de las lluvias fuertes. El agua acumulada durante la lluvia desequilibra una zona en la ladera pero ésta, según el caso, puede llegar a tardar un tiempo en caerse.

Para te hagas una idea, hay deslizamientos gravitacionales de ladera disparados por un terremoto que tardan semanas y hasta meses en moverse después de que hayan sido desequilibrados por la energía sísmica liberada.

¿Conoces casos de «vejigas»?

Para que todos podamos conocer un poco más sobre este fenómeno os invitamos a que nos contéis esas tradiciones orales de las que hablamos en este artículo.

SEGUNDA PARTE. Continúa leyendo la segunda parte de este artículo, donde se explica el caso de Venero Claro, en Navaluenga, y otros casos documentados: Reconciliando la tradición oral de las «vejigas» con la geología y el estudio de los riesgos naturales II: el caso de Venero Claro

Recursos utilizados

Reconciliando la tradición oral de las «vejigas» II: Venero Claro y otros casos

Autor – Javier Elez

Para contextualizar estos casos es necesario leer la primera parte de esteartículo sobre qué son las «vejigas» y su explicación científica: Reconciliando la tradición oral de las «vejigas» con la geología y el estudio de los riesgos naturales I (PRIMERA PARTE)

El caso de Venero Claro en Navaluenga

De todo el proceso geológico sucedido en Venero Claro tenemos registro fotográfico y evaluación científica moderna gracias a Andrés Díez Herrero, geólogo e investigador del área de Riesgos Geológicos del Instituto Geológico y Minero que junto con un equipo multidisciplinar de colaboradores han caracterizado y estudiado uno de estos flujos hiperconcentrados en relación con movimientos de ladera a los que la tradición oral denomina «vejigas».

Este caso sucedió en 1997 en el arroyo Cabrera, junto a la localidad abulense de Navaluenga y a día de hoy los trabajos publicados sobre este evento son considerados de referencia a nivel internacional en el estudio de los Riesgos Naturales relacionados con inundaciones súbitas.

Secuencia de fotografías de 1997 tomadas por Andrés Díez justo después de la avenida

Vista general de la cuenca fluvial del arroyo Cabrera en la Sierra del Valle (Sierra de Gredos oriental). La parte más alta está a 1923 m de altura y la parte más baja, donde desemboca el arroyo Cabrera en el río Alberche, a 735 m. La línea en color claro evidencia el lugar por el que se encauzó el flujo hiperconcentrado. El deslizamiento inicial se produjo en la parte más alta. Andrés Díez Herrero.

Fotografía 1: Vista general de la cuenca fluvial del arroyo Cabrera en la Sierra del Valle (Sierra de Gredos oriental). La parte más alta está a 1923 m de altura y la parte más baja, donde desemboca el arroyo Cabrera en el río Alberche, a 735 m. La línea en color claro evidencia el lugar por el que se encauzó el flujo hiperconcentrado. El deslizamiento inicial se produjo en la parte más alta.

Cicatriz del deslizamiento en primer plano. El lugar donde se inicia el deslizamiento inicial y perspectiva hacia abajo en la que se ve también en colores claros el lugar por el que se encauzó el flujo hiperconcentrado. Imagen de Andrés Díez Herrero.

Fotografía 2: Cicatriz del deslizamiento en primer plano. El lugar donde se inicia el deslizamiento inicial y perspectiva hacia abajo en la que se ve también en colores claros el lugar por el que se encauzó el flujo hiperconcentrado.

Aspecto de la zona arrasada por la avenida. Prácticamente toda la vegetación de la rivera, en un ancho muy reducido, ha sido completamente desmantelada.  Imagen de Andrés Díez Herrero.

Fotografía 3: Aspecto de la zona arrasada por la avenida. Prácticamente toda la vegetación de la rivera, en un ancho muy reducido, ha sido completamente desmantelada.

Fotografías de los depósito con los bloques mayores en una zona con menos pendiente. Atención a la persona que hace de escala en las fotos, que da una idea del diámetro de varios metros de algunos bloques. Imagen de Andrés Díez Herrero.

Fotografía 4: Fotografías de los depósito con los bloques mayores en una zona con menos pendiente. Atención a la persona que hace de escala en las fotos, que da una idea del diámetro de varios metros de algunos bloques.

Panorámica, arriba a la izquierda la zona en donde se depositaron los bloques mayores, abajo y a la derecha el lugar por donde se inició la inundación. Imagen de Andrés Díez Herrero.

Fotografía 5: Panorámica, arriba a la izquierda la zona en donde se depositaron los bloques mayores, abajo y a la derecha el lugar por donde se inició la inundación.

Aspecto del puente de Trampalones tras la riada, un poco aguas abajo del punto de la fotografía 4. Los troncos son de árboles de tamaño considerable. Y el puente es lo que está debajo y detrás del montón de árboles…  Imagen de Andrés Díez Herrero.

Fotografía 6: Aspecto del puente de Trampalones tras la riada, un poco aguas abajo del punto de la fotografía 4. Los troncos son de árboles de tamaño considerable. Y el puente es lo que está debajo y detrás del montón de árboles…

Depósito de árboles arrastrados por la riada en el puente de la Colonia de Venero Claro, ya cerca de la desembocadura con el río Alberche. Imagen de Andrés Díez Herrero

Fotografía 7: Depósito de árboles arrastrados por la riada en el puente de la Colonia de Venero Claro, ya cerca de la desembocadura con el río Alberche.

Para comprender bien el fenómeno hay que hacer un esfuerzo por visualizar que hay más de un kilómetro de desnivel desde el punto en el que se inicia el desprendimiento y la desembocadura del arroyo en el río Alberche. Todo ese diferencial de cota (energía potencial) hace que la masa deslizada tenga un nivel de energía enorme.

Además, al encauzarse cuesta abajo por uno de los valles existentes concentra su actividad en una extensión espacial muy limitada a lo ancho del valle. La zona denudada (erosionada) es muy larga como se aprecia en la fotografía 1, pero tiene pocas decenas de metros de ancho: el Venero Claro.

Otros casos históricos

Además del evento de arroyo Cabrera en Navaluenga, en la literatura específica sobre el tema hay otras de estas “vejigas” estudiadas.

Una de ellas sucedió en el arroyo de Jubaguerra en enero de 1996 (en el valle del Jerte en Cáceres; publicado por Pedraza y colaboradores en 2004).

Por tanto, hasta el momento tendríamos identificados cuatro de estos fenómenos en el Sistema Central sumando los dos que describe Nicolás de la Fuente Arrimadas en su “Fisiografía e historia del Barco de Ávila” (ver primera parte de este artículo):

  • NE del Tormal o Cabeza del Muladar, muy cerca de Bohoyo (Ávila), previo a 1926.
  • Amar de la Torre, en El Escorial (Mádrid), previo a 1926.
  • En el Arroyo Jubaguerra, ya en el valle del Jerte (Cáceres), en 1996.
  • Arroyo Cabrera, en Navaluenga (Ávila), en 1997.

Estos cuatro no pueden ser los únicos. Este fenómeno se debe haber producido a lo largo de todo el Sistema Central  de forma relativamente habitual.

Por ejemplo, muy cerca del pueblo de El Raso, en Ávila, encontramos un Arroyo de la Vejiga. También en la localidad de Miraflores de la Sierra, ya en la provincia de Madrid pero igualmente en una zona de montaña con fuerte desnivel, se encuentra el Arroyo de la Vejiga, que justo desemboca en el pueblo. Estos topónimos no pueden ser casuales aunque es posible que sean tan antiguos que ya nadie recuerde por qué se les puso ese nombre.

¿Conoces casos de «vejigas»?

Para que todos podamos conocer un poco más sobre este fenómeno os invitamos a que nos contéis esas tradiciones orales de las que hablamos en la primera parte de este artículo.

Os pedimos que nos hagáis participes a todos de las historias sobre las vejigas que cuentan vuestros mayores o que oísteis de pequeños para poder recopilarlas y que no se pierdan y pueda quedar un pequeño registro escrito sobre ellas.

Riada de Navalmoral de la Sierra 1929

Carlos del Peso nos envía la noticia publicada de una vejiga que causó cuatro muertos hacia 1929 en Navalmoral de la Sierra.

Recursos utilizados